Política

Beneficio de inventario

¿Qué hacen los jefes de Estado con los presentes que intercambian entre sí cada vez que se ven? No todos se incorporan a los patrimonios nacionales A veces, una mueca vale más que mil palabras. La del Papa al recibir el crucifijo con la hoz y el martillo que le obsequió Evo Morales creó revuelo en medio mundo por su aparente intencionalidad política. La obra del padre jesuita Luis Espinal, asesinado por la dictadura boliviana en 1980, forma parte ahora del patrimonio del Vaticano y, de seguir la suerte de otros presentes, será rifada. Es la fórmula que aplica Francisco con la mayoría de los regalos que recibe: desde un coche Fiat y bicicletas hasta una cafetera han sido sorteados. Evita de ese modo que junten polvo. Cada boleto vale 10 euros. La recaudación va a parar a la caridad. Como están las cosas, los jefes de Estado deberían ahorrarse los obsequios que se hacen entre sí. Ninguno es capaz de apreciarlos ni, menos aún, de disfrutarlos. Se trata de un trámite protocolar que rige (leer más)

No Picture
Política

El chavismo sin Chávez

La multitud que asiste al funeral de Hugo Chávez llora de verdad. Fue la primera vez que un presidente de Venezuela atendió los reclamos de la mayoría, gente sin voz ni voto. Los beneficiarios de las misiones bolivarianas (programas sociales) no sólo recibieron atenciones, sino, también, respeto. Mejoraron sus vidas. Se sienten parte de un país que antes parecía pertenecer a unos pocos. Contra eso no hay promesa electoral que valga, más allá de que se hayan debilitado las instituciones y descalabrado la economía por la impronta personal de las decisiones adoptadas por el gobierno en los últimos 14 años. No es el único problema tras la muerte de Chávez. Muchos dirán que, con los precios del petróleo en alza, hizo menos de lo que pudo para resolver problemas acuciantes, como la inflación, la escasez de productos y la inseguridad. Otros replicarán que, en realidad, hizo más por el pueblo que sus antecesores, también bendecidos por la bonanza. Ambos tendrán razón. O, de no atenuarse los rencores en un país dividido entre leales y traidores, (leer más)