
El sol nos dice que llegó el final
Con colapso o sin él, la crisis puede derivar en una escalada militar de envergadura si provoca inestabilidad regional En ingrata coincidencia con los brutales atentados del 11 de septiembre, los duros de Washington hicieron rotar el globo terráqueo sobre su eje. Y estrellaron el índice en Colombia, deteniéndolo. Zona roja, mentaron. La embajadora norteamericana en Bogotá, Anne Patterson, advirtió entonces, mientras presenciaba una fumigación de hojas de coca, que los narcotraficantes, fueran guerrilleros o paramilitares, terminarían en los Estados Unidos, extraditados. Era parte del endurecimiento del gobierno de George W. Bush contra todo aquello que apestara a terrorista. O, en definitiva, que estuviera fuera del sistema. Con el agravante, en este caso, de los vínculos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con el cartel de los hermanos Arellano Félix, ventilados por el Departamento de Estado. Y de los 1300 millones de dólares prometidos por Bill Clinton a Andrés Pastrana, de los cuales ya habían desembolsado 860 millones. Un anticipo del Plan Colombia, compartido con la Unión Europea. Valuado, en total, en 7500 (leer más)