Actualidad

La ficción, la realidad y el Perú

Cuenta el filósofo esloveno Slavoj Žižek que circula un dicho entre los corresponsales en América Latina que demuestra su veracidad en cada ciclo electoral: en la región conviven la ficción, la realidad y, cual categoría en sí mismo, el Perú. Caja de resonancia de una incesante sucesión de presidentes depuestos y de una fenomenal impopularidad de los políticos. El país de Mario Vargas Llosa tiene por primera vez una presidenta, Dina Boluarte, después de la destitución de Pedro Castillo por permanente incapacidad moral. Era un sinónimo de locura. Pasó a ser la metáfora de un flagelo que no respeta fronteras: la corrupción. Castillo batió un récord. En un año, cuatro meses y siete días de gestión, entre el 28 de julio de 2021 y el 7 de diciembre de 2022, hizo más de 17 cambios de gabinete. En números redondos: juraron más de 70 ministros. Ninguno le dio resultado. Y, al final, fracasó en su intento de disolver el Congreso, al estilo de Alberto Fujimori en 1992, para evitar la tercera moción de vacancia (juicio (leer más)

Política

Manual del mal perdedor

La demora en el reconocimiento del resultado electoral en el Perú, más allá de lo ajustado que sea, deslegitima el proceso en sí, con más de mil denuncias cruzadas de irregularidades presentadas en su mayoría por Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, y en menor medida por Perú Libre, el de Pedro Castillo, virtual ganador del balotaje. En el manual del mal perdedor figura una palabra clave: fraude. Esa acusación aplica si el eventual infortunado araña el empate o si la derrota implica vérselas con cargos de corrupción como Fujimori. Peor aún si alienta disturbios como Donald Trump. Los del Congreso de Estados Unidos dejaron el 6 de enero cinco muertos, un suicidio posterior y varios destrozos. Hubo un impeachment (juicio político) al filo del final de su mandato, el segundo en su caso, del cual resultó absuelto. Un trámite, en realidad. El Perú arrastra una racha negativa de cuatro presidentes en un quinquenio, con un suicidio en ese período, el del expresidente Alan García, cercado por el virus que contagió a buena parte (leer más)

Actualidad

Los precipicios andinos

El coronavirus no sabe de derechas o izquierdas ni respeta clases sociales. Pega por igual donde quiera que sea en el costado más sensible de las sociedades, sazonado por el hartazgo. La fatiga pandémica, prima hermana de la fatiga democrática, tiene efectos colaterales: el voto inesperado, como la victoria del banquero Guillermo Lasso en las presidenciales de Ecuador, y el voto no menos sorpresivo por un maestro rural que desafía el statu quo del Perú, Pedro Castillo, con ideario bolivariano, militancia sindical y, al final de su modesta campaña a caballo, la sombra de Sendero Luminoso a sus espaldas. Dos países limítrofes, al filo de los precipicios andinos, que estuvieron brevemente guerra en 1995, Ecuador y el Perú, emprendieron caminos opuestos 26 años después. Lasso ganó la segunda vuelta de Ecuador contra todos los pronósticos después de haber perdido la primera por amplio margen frente al delfín del expresidente Rafael Correa, Andrés Arauz. Castillo, desconocido en Lima, casi no figuraba en la lotería de 18 candidatos tras el quinquenio tortuoso de presidentes depuestos que estrenó (leer más)

Política

El suicidio de Perú

Cuando terminó su labor como presidente de Perú en 1878, Manuel Justo Pardo y Lavalle viajó a Chile. Regresó al ser elegido senador. Mientras ingresaba en el recinto, Melchor Montoya, sargento de la guardia del Congreso, desenfundó y le disparó a quemarropa. El historiador italiano Tomás Caivano concluyó: “Fue algo más que el asesinato de un hombre: fue el asesinato de Perú”. ¿Fue el suicidio del expresidente Alan García el suicidio de Perú? El suicidio de un país del cual Mario Vargas Llosa no sabe, desde que escribió la novela Conversación en la Catedral a finales de los sesenta, en qué momento se jodió. No hubo un momento preciso. Desde la independencia en 1821, en medio de una guerra devastadora, la construcción de vías férreas y la explotación del guano de sus islas derivó en las primeras sospechas de corrupción. En casi dos siglos, el único presidente preso había sido Augusto Leguía, muerto en 1932 en el Panóptico, cárcel de Lima. La corrupción llevó a prisión al jefe de los servicios secretos de Alberto Fujimori, (leer más)

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Erdogan sube la apuesta frente a Trump

La crisis entre Turquía y Estados Unidos, o entre Recep Tayip Erdogan y Donald Trump, no sólo resquebrajó la economía de Ankara con la devaluación de su moneda y el impacto en otros países emergentes. También amenaza los lazos militares de ambos países, miembros fundadores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Ofuscado por la detención del pastor evangelista norteamericano Andrew Brunson en Turquía, acusado de participar en el fallido golpe de Estado de julio de 2016, Trump duplicó los aranceles al acero y el aluminio turcos. Erdogan, a su vez, reclama a Estados Unidos la extradición del clérigo musulmán Fethullah Gülen, exiliado en Pensilvania y acusado de haber organizado el alzamiento militar. El duelo entre Erdogan y Trump amenaza los lazos militares de ambos países, miembros fundadores de la OTAN Además Frente a un escándalo de corrupción desatado por más de 1.000 escuchas de jueces que negocian con congresistas pedidos para que no avancen causas judiciales y hasta la liberación del violador de una niña, el presidente de Perú, Martín Viscarra, confía (leer más)

Otras voces

Elecciones presidenciales en Perú: entre el drama y la esperanza

De América Economía, Chile A cuatro meses de las elecciones, son Keiko Fujimori y PPK los candidatos con equipos de campaña mejor definidos y organizados. Sin embargo, aún nada está dicho Pedro Tenorio Si Leonidas tuvo trescientos guerreros para defender Esparta, Keiko Fujimori cuenta con ochenta técnicos para organizar un plan de gobierno y una campaña en la que la renovación del fujimorismo será su consigna. Muchos levantan las cejas, incrédulos, ante la posibilidad de que tamaña transformación sea posible. Sin embargo, y por paradójico que parezca, con 35% de intención de voto nacional a su favor, su principal adversario comparte su mismo ADN: Alberto Fujimori. Como se confirmó semanas atrás, el expresidente organiza en paralelo una plataforma de apoyo al fujimorismo desde su celda en la Diroes. Hace tiempo que sus designios políticos perdieron predicamento sobre Keiko, de ahí que este insista en recibir a potenciales ‘aportantes’ y socios políticos, pese a que su hija ha optado por otro camino y otros consejeros. Incluso no es común ver hoy en su búnker de la calle (leer más)