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Sentimientos encontrados con Gorbachov

Poco antes del amanecer del siglo XXI, dos mundos convivían en el mundo. El Muro de Berlín separaba al comunismo del capitalismo. Veinte años después de su caída, en 2009, Mikhail Gorbachov grabó un disco romántico en memoria de Raisa Maximovna, su difunta esposa. Había muerto en 1999 mientras recibía tratamiento contra la leucemia en Alemania, reunificada desde 1989 gracias a su marido y al canciller de la región occidental, Helmut Kohl. Gorbachov, el padre de la glasnost (apertura) y de la perestroika (transformación), interpretó siete de los 10 títulos del álbum Canciones para Raisa con el músico ruso Andréi Makarévich. Eran las favoritas de ella. Eran, en su voz cascada, el tributo a 45 años de matrimonio. Esa prueba de amor conmovió más a la gente que su evolución ideológica o las gestiones secretas con el presidente de los Estados Unidos, George Bush, así como con su antecesor, Ronald Reagan, y el papa Juan Pablo II, entre otros, para tumbar el Muro de Berlín, terminar con la Guerra Fría y aventar los fantasmas de (leer más)

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En el nombre del Papa

Juan Pablo I, el primer papa que eligió un nombre doble y el primero en nacer y morir en el siglo XX, ordenó iniciar su pontificado con una misa, no con una ceremonia de coronación. Murió en circunstancias extrañas a los 33 días de su papado. León XIII era llamado “el papa obrero” por haber escrito la primera carta social de la Iglesia, Rerum Novarum (De las Cosas Nuevas), en 1891. Pío X y Benedicto XV se negaron a ser embalsamados. El médico de Pablo VI decidió no hospitalizarlo en sus últimos días porque no se trataba de un hombre común. Murió rezando el Padre Nuestro. Revelaciones de Nelson Castro, periodista y médico, en La salud de los papas: medicina, complots y fe desde León XIII hasta Francisco. Su último libro o, acaso, un reto aceptado. El de Francisco en Roma, nada menos. “Le recuerdo que usted tiene que escribir un libro sobre la salud de los papas en el que yo le voy a hablar de mis neurosis”, le soltó. Transcurría octubre de 2017. (leer más)

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Disparates presidenciales

«Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí el suyo beneficio político». Fin de la cita textual de Mariano Rajoy, presidente de España entre 2011 y 2018. El trabalenguas dejó de piedra al Congreso de los Diputados. Provenía de la misma boca, la presidencial, que había soltado: «Tenemos que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas porque lo que no va a hacer nunca la máquina es fabricar máquinas a su vez”. Genialidades dignas de Groucho Marx. En ristra. El sucesor de Rajoy, Pedro Sánchez, no quiso ser menos cuando intentó presumir de su lenguaje inclusivo dirigiéndose a los “miembros y miembras” del bloque del Partido Popular (PP). Desliz atribuido inicialmente a Bibiana Aído, ministra de Igualdad de José Luis Rodríguez Zapatero, repetido por otra socialista, la diputada Soraya Rodríguez. Furcio que también cometió el presidente de Chile, Sebastián Piñera. Sin afinidad ideológica, en Argentina, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, siguió esa línea discursiva cuando se dirigió a “todos los jóvenes y jóvenas del sur de la provincia (leer más)