La pelota no se mancha
A medida que se acerca el comienzo de la Copa Mundial de Fútbol 2022, el país anfitrión, Qatar, procura mostrar cierta tolerancia frente a las libertades que rigen en otras latitudes. Qatar es una monarquía absoluta gobernada por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX. La familia más difícil del barrio, como la llaman sus vecinos del Golfo Pérsico. Desde que ganó la plaza para el Mundial, en 2010, hubo denuncias sobre corrupción y sobre trabajo esclavo en la construcción de los estadios. Los familiares de los más de 6.000 trabajadores muertos en esas condiciones, inmigrantes en su mayoría, no recibieron compensación económica alguna. Lo resume Gabriel Salvia, director general de CADAL, en el programa Cuarto de Hora, conducido por Jorge Elías: “En Qatar no se reconocen las libertades civiles y políticas”. La cuenta regresiva hacia el Mundial está en marcha y, de a poco, las autoridades cataríes se muestran un poco más complacientes frente al consumo de alcohol, vedado en el país, y el trato inequitativo hacia las mujeres y la comunidad (leer más)