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La otra cara del Mundial

Falta casi nada para que ruede la pelota. Todo Mundial de Fútbol tiene un trasfondo político. El de Qatar no es la excepción. Será el primer certamen de esta magnitud en un país de Medio Oriente después de una decisión controvertida de la FIFA en 2010 que levantó ampollas en otros confines por sospechas de soborno. Será también la primera vez que se dispute entre noviembre y diciembre debido a las altas temperaturas de junio y julio. El termómetro no impidió que miles de trabajadores migrantes construyeran los estadios y otras estructuras en condiciones laborales deplorables. “Documentamos numerosos abusos que sufrieron los trabajadores migrantes en Qatar durante la preparación del Mundial, que incluyen falta de pago de los salarios, lesiones e inclusive muertes”, dice Santiago Menna, asistente de investigación de la División de las Américas de Human Rights Watch, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. Miles murieron bajo un sistema laboral llamado kafala por el cual debieron trabajar con temperaturas cercanas a los 50 grados. Provenían en su mayoría de India, Bangladesh (leer más)

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La pelota no se mancha

A medida que se acerca el comienzo de la Copa Mundial de Fútbol 2022, el país anfitrión, Qatar, procura mostrar cierta tolerancia frente a las libertades que rigen en otras latitudes. Qatar es una monarquía absoluta gobernada por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX. La familia más difícil del barrio, como la llaman sus vecinos del Golfo Pérsico. Desde que ganó la plaza para el Mundial, en 2010, hubo denuncias sobre corrupción y sobre trabajo esclavo en la construcción de los estadios. Los familiares de los más de 6.000 trabajadores muertos en esas condiciones, inmigrantes en su mayoría, no recibieron compensación económica alguna. Lo resume Gabriel Salvia, director general de CADAL, en el programa Cuarto de Hora, conducido por Jorge Elías: “En Qatar no se reconocen las libertades civiles y políticas”. La cuenta regresiva hacia el Mundial está en marcha y, de a poco, las autoridades cataríes se muestran un poco más complacientes frente al consumo de alcohol, vedado en el país, y el trato inequitativo hacia las mujeres y la comunidad (leer más)