Sociedad

Resuena la fe en Argentina; arman revuelo en el Cono Sur

Excelsior (México) BUENOS AIRES, 14 de marzo.- En “el fin del mundo”, como definió a su país Francisco en la primera aparición en el balcón de la basílica de San Pedro, hay una frase que fluye a flor de labios cada vez que ocurre algo inesperado: “Dios es argentino”. La sueltan los argentinos cuando el suceso roza el milagro. En este caso, el Papa es jesuita y argentino y, por extensión, latinoamericano por primera vez en la historia. Quizá por eso, cerca del Obelisco, punto neurálgico de la ciudad de Buenos Aires, como el Ángel de la Independencia en la ciudad de México, un hombre trajeado que iba con los auriculares del iPhone no pudo contenerse cuando escuchó la noticia: “Dios es argentino”, exclamó, sonriente. Más allá de la mala fama de los argentinos por su presunto pecado de arrogancia, Jorge Mario Bergoglio se caracteriza por la humildad y la austeridad. En la ciudad de Buenos Aires, donde nació y de la cual fue arzobispo, viajaba en subte (metro) y colectivo (autobús) en lugar de hacerlo (leer más)