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Economía

Mucho Estado, poco bienestar

La clase media global tiene la extraña sensación de pagar más impuestos a cambio de pocos o cada vez menos servicios. En Europa continental, la gente protesta en las calles por esa razón, más allá de que demande intervención estatal en la reactivación de la economía y la creación de empleo. En Gran Bretaña están irritados por los recortes del gasto público, lo cual significa que el Estado no administra bien sus ingresos. En América latina, la bonanza de los últimos años ha impreso mayor rigor con los contribuyentes. En los Estados Unidos, demócratas y republicanos hacen equilibrio al borde del llamado “abismo fiscal”. El Estado, atado a los humores de los mercados, no resuelve por sí solo la mayor encrucijada de estos tiempos: aquel que no tiene empleo corre el riesgo de sufrir depresión, ansiedad y sus derivados; aquel que lo tiene, pero se siente mal pagado, estresado, subestimado e inseguro, puede estar igual o peor que el otro, según un estudio de la Universidad de Melbourne, Australia, volcado en la revista Occupational and (leer más)

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Política

Clubes de presidentes

Todos los presidentes vivos de los Estados Unidos asistieron a la inauguración de la biblioteca de George W. Bush en Dallas, Texas. La impactante imagen de los Bush, republicanos, con Barack Obama, Bill Clinton y Jimmy Carter, demócratas, a la misma hora y en el mismo sitio, es inusual en otras latitudes, acaso como el virtual epígrafe: la presidencia está más allá de las diferencias políticas. En América latina, Evo Morales reunió a la mayoría de los presidentes bolivianos pretéritos con el fin de reclamar a Chile la salida al mar; el de Uruguay, José Mujica, estuvo con sus predecesores al cumplirse 25 años del retorno de la democracia en la sede del opositor Partido Colorado, y no mucho más. Ese trato frío y despectivo hacia los presidentes anteriores, causantes de casi todos los males contemporáneos y algunos más, se vio reflejado en la jura de los nuevos senadores argentinos en 2005. El entonces presidente, Néstor Kirchner, evitó saludar a uno de ellos, el ex presidente Carlos Menem, enrolado en el mismo partido aunque militaran (leer más)

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Política

EE.UU. y Venezuela, siempre al límite

En la campaña, Nicolás Maduro no se apartó un ápice del discurso de su mentor contra los Estados Unidos. Era natural, en términos políticos, que el presidente encargado respondiera de ese modo a las expectativas de la clientela electoral que heredó. La cuerda bilateral, siempre tirante, se tensó aún más cinco días antes del anuncio de la muerte de Hugo Chávez: el 5 de marzo, Venezuela expulsó a dos miembros de la agregaduría aérea de la embajada norteamericana por «proponer proyectos desestabilizadores» a los militares venezolanos. En reciprocidad, el gobierno de Barack Obama despachó de Washington a dos diplomáticos venezolanos. La retórica incendiaria del chavismo nunca afectó su mayor fuente de ingresos: la venta de petróleo a los Estados Unidos, pagada en dólares a precio de mercado. Si bien hubo un ligero descenso en las importaciones en 2012, Venezuela es su tercer proveedor, después de Canadá y Arabia Saudita, con 32 millones de barriles mensuales. Más de un millón por día, digamos. La relación diplomática, reducida a encargados de negocios en 2010, reparada tímidamente el (leer más)

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Política

Chavismo, segunda parte

Una victoria electoral no siempre es una victoria política. Para las elecciones del domingo en Venezuela, las primeras sin Hugo Chávez desde 1998, una avalancha de sondeos predice la victoria del presidente encargado, Nicolás Maduro. Serán las terceras elecciones en apenas seis meses. Tanto las presidenciales del 7 de octubre como las regionales del 16 de diciembre de 2012 se saldaron con sendas victorias del chavismo. Esta vez, el chavismo sin Chávez se mide a sí mismo, más que a la oposición. La oposición, a su vez, insiste en apuntalar a su candidato, Henrique Capriles, ganador en el Estado de Miranda tras ser derrotado en las presidenciales. En Venezuela, como en la Cuba de Fidel Castro, no hubo ni hay día desde hace 14 años en que Chávez, aunque haya fallecido, no fije la agenda. Esa rutina no ha instaurado una revolución, con un cambio de régimen, sino una enorme concentración del poder y una polarización latente en la sociedad. El súbito deceso pone a prueba al delfín de Chávez, Maduro. De ser elegido, ¿tendrá (leer más)

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Sociedad

Otros tiempos, otros hispanos

Once millones son los inmigrantes que viven sin la debida autorización en los Estados Unidos. Es más o menos la población total de Cuba, Bolivia o Palestina. La cifra surge de la información del censo y de otras encuestas gubernamentales. El Departamento de Seguridad Nacional decía en enero de 2011 que eran 11,5 millones de personas. El Centro Hispano Pew, organización no partidaria dedicada a investigaciones, arriesgaba 11,1 millones en marzo de ese año. Sean más o menos, la cantidad refleja un déficit legal que, como pocas veces, está en vías de ser reparado por un grupo de senadores demócratas y republicanos. En la reforma migratoria que proponga ese grupo, después de haber desechado su propio proyecto, cifra Barack Obama la posibilidad de mostrar su interés en cooperar con América latina y el Caribe. Es difícil que se haga realidad antes del verano boreal, pero, mientras viaja a México y Costa Rica en plan de acercamiento, el mero trámite sirve para atenuar las críticas por las deportaciones masivas durante su primer período, superiores a las (leer más)

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Política

Obama 2.0 con poder latino

En 2007, los latinos radicados en los Estados Unidos eran dueños de 2,3 millones de negocios; en apenas cinco años, ese segmento de la población capeó la crisis, incrementó su volumen de operaciones en un 43,6 por ciento y, como consecuencia de ello, creó más empleo que cualquier otro. De tener un país dentro del país, los latinos supondrían la décimo segunda economía mundial. En las universidades también baten récords de inscriptos y graduados. Es la población con mayor tasa de natalidad (2,4 por ciento; 0,4 más que la media) y la más joven (28 años frente a los 37 del resto). ¿Cómo no van a tener presencia e influencia en el renovado gobierno de Barack Obama y en los otros poderes si son, además, más emprendedores y activos que otras minorías? En las últimas presidenciales votaron 12,5 millones de personas de ese origen, el 71 por ciento a favor de la relección de Obama; estarán en condiciones de hacerlo 40 millones en 2030. ¿Tendrán pronto un presidente propio? Seguramente. Uno de cada seis residentes (leer más)

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Política

Después de Chávez

En enero de 1999, el presidente de la Argentina, Carlos Menem, medió ante su entonces par de los Estados Unidos, Bill Clinton, para blanquear la imagen de Hugo Chávez, “un joven emprendedor” que merecía una oportunidad a pesar de su pasado golpista. Era rara la gestión, tratándose de uno de los campeones del neoliberalismo y de un acérrimo rival de Fidel Castro. Tres años y monedas después, en 2002, Chávez radicalizó su discurso tras el conato de golpe de Estado por el cual quedó fuera de juego durante 47 horas. Acusó a George W. Bush, sinónimo del imperialismo “pitiyanqui”. En 2006, la revolución bolivariana derrapó en el socialismo del siglo XXI. En Venezuela, como en la Cuba de Fidel Castro, no hubo ni hay día desde hace 14 años en que Chávez no fije la agenda y revele por dónde van los tiros. Esa rutina no ha instaurado una revolución, con un cambio de régimen, sino una excesiva concentración del poder y una polarización latente ante la ausencia de partidos de oposición sensatos. ¿Sobrevivirá el (leer más)

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Política

1 + 99 = Estados Unidos

En Mitt Romney encontró su voz un sector de los Estados Unidos. Son los desencantados con las políticas sociales de Barack Obama, renuentes a pagar más impuestos para atenuar la desigualdad y la pobreza. Esa minoría no responde necesariamente al Tea Party, bien representado ahora por el candidato republicano a la vicepresidencia, Paul Ryan, como en 2008 por Sarah Palin, sino a sus impulsos: siente que el gobierno a secas, como prefieren llamar los norteamericanos al denostado Estado federal, está quitándole derechos en beneficio de otros que no han hecho el mismo esfuerzo. No temen perder el empleo, la casa o el seguro médico, sino determinados privilegios. En medio de los debates presidenciales, the wail of the one percent (el gemido del uno por ciento) ha cobrado eco en la defensa de las rebajas impositivas para los más ricos y el aumento del gasto militar que hizo Romney en el primer cara a cara con Obama. En el segundo, el presidente se mostró menos cortés: le recordó que paga apenas el 14 por ciento de (leer más)

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Política

Brotes de nostalgia

De pronto, Mitt Romney se ufana de su “convicción y pasión arrolladoras” y dice, convencido, que el siglo XXI se perfila como el punto de inflexión en el cual “el mundo libre lidere el mundo entero”. Pierde el tiempo, como cuando intenta vanamente abrir la ventanilla del avión. Quizás algunos norteamericanos se sientan identificados con sus palabras, pero otros, algo más del 47 por ciento (en su léxico, aprovechados «que creen que el gobierno tiene la responsabilidad de cuidarlos»), se preguntan si estará dirigiéndose al electorado de China o de la India, con mayores posibilidades que los alicaídos Estados Unidos de meter baza en este mundo multipolar. No es un problema de Romney, serio rival de George W. Bush en la disputa por el récord de disparates por minuto. Hasta Barack Obama se despachó con una expresión de decibeles parecidos, acaso creyéndose Bill Clinton en los noventa: “Si alguien trata de decirles que nuestra grandeza quedó atrás, que los Estados Unidos están en decadencia, díganles: igual que el siglo XX, el siglo XXI será otro (leer más)

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Política

Una campaña insalubre

En 1995, la madre de Barack Obama murió de cáncer después de lidiar con la aseguradora por el pago de sus medicamentos. Tenía 53 años. El presidente de los Estados Unidos lo recordó cuando firmó, con 20 bolígrafos diferentes, su ley más preciada y cuestionada: la reforma del sistema de salud. Cada promotor de la reforma recibió uno de esos bolígrafos, incluido Marcellas Owens, pequeño de 11 años que perdió casi en las mismas circunstancias a su madre, dejada a la buena de Dios por la compañía que, en principio, debía velar por su vida. Si gana las presidenciales, Mitt Romney se propone vetarla, por más que el vilipendiado plan de Obama, llamado Obamacare, se parezca al que impulsó cuando era gobernador de Massachusetts. Mucho pesa en esa decisión la elección de su ladero, el candidato a vicepresidente Paul Ryan, representante por Wisconsin y miembro del Tea Party. Los republicanos prometen mantener sin cambios el programa para los mayores de 55 años y lanzar una opción de bonos para los menores, pero, según Obama, “no (leer más)

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Política

La candidatura de Churchill

En el Salón Oval había un busto de Winston Churchill. Barack Obama ordenó retirarlo en 2009. En su primera visita al nuevo presidente, el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, debió llevárselo. Lo dejó en la residencia de su embajador en Washington. Había sido un préstamo de Tony Blair a George W. Bush en virtud del vínculo que iban a tejer desde 2001. Lo coronaron con la declaración conjunta de la guerra contra Irak. En sus memorias, “el negro de nombre extraño”, como se define a sí mismo Obama, aborrece las torturas padecidas por su abuelo en Kenia durante el régimen colonial británico. No sabía que iba a ganar el premio Nobel de la Paz. Sustituyó el busto de Churchill, obra del escultor Jacob Epstein, nacido en los Estados Unidos, radicado en Londres, por otro del primer presidente republicano de su país, Abraham Lincoln, mentor de la abolición de la esclavitud. Curiosamente, otro republicano, Mitt Romney, promete reponer el busto de Churchill, hecho en bronce, si gana las presidenciales. Es una forma de colocar las (leer más)

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Política

Ladra, mañana será peor

En 1983, durante un viaje de vacaciones a Canadá, Mitt Romney no tuvo mejor idea que enjaular a su perro, de la delicada raza setter, y llevarlo en el techo de su coche. Seamus, según el ahora candidato presidencial, disfrutaba en las alturas del aire fresco y el solazo. Ventiló la enternecedora y estremecedora anécdota uno de sus rivales en las primarias republicanas, Newt Gingrich. La aprovechó Barack Obama para imaginarse al pobre animal en la parte superior del avión presidencial Air Force One si su dueño gana las presidenciales de noviembre. La broma, gastada durante la cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, revela hasta qué punto los políticos son más honestos cuando se divierten que cuando hablan en serio. Si lo logran, claro. En uno de sus libros, Dreams From My Father (Los sueños de mi padre), Obama confiesa que probó carne de perro durante su niñez en Indonesia. De ello se burla a menudo la ex candidata a vicepresidenta republicana Sarah Palin, mentora del odioso Tea Party. Le (leer más)

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Economía

Es la economía, estúpido

En líneas generales, los demócratas pretenden beneficiar a la clase media con reducciones de impuestos, estimular la economía con inversión estatal y fomentar la creación de empleo con subsidios a las compañías. En líneas generales, también, los republicanos pretenden achicar el tamaño del Estado, podar los impuestos y revertir las reformas de las leyes financiera y de salud. Como siempre, cada cual atiende su clientela. La de Barack Obama tiene más claro por dónde van los tiros; la de Mitt Romney, ungido candidato por el calendario más que por los votos en las primarias, debe conciliar entre las banderas tradicionales del conservadurismo y la presión del impetuoso Tea Party. Desde el traspié de los demócratas en las elecciones de medio término de 2010, la mayoría republicana de la Cámara de Representantes ha intentado hacer permanentes los recortes de impuestos impulsados por el ex presidente George W. Bush y, en plan de paliar la crisis, agregar deducciones para las compañías pequeñas. Obama propuso tender carreteras, ferrocarriles y aeropuertos por 50.000 millones de dólares y crear un (leer más)

Política

La rebelión de los indignados

Sábado 11 de octubre de 2008. Hördur Torfason decide apostarse con su guitarra frente al Parlamento de Islandia y preguntarles a los transeúntes qué está ocurriendo y qué pueden hacer. En medio del caos económico, la gente expresa con un micrófono su desencanto con los políticos y los banqueros. Comienza a gestarse el movimiento Voces del Pueblo. La concurrencia aumenta cada semana. En unos meses, el Parlamento se disuelve. Hay elecciones generales. En un referéndum, los islandeses resuelven no pagarles a Gran Bretaña y Holanda una deuda de 4.000 millones de dólares. Es la piedra de toque del modelo de protesta contemporánea, pero necesita un escenario mayor para globalizarse. Domingo 15 de mayo de 2011. Es San Isidro, patrono de Madrid. Falta una semana para las elecciones municipales y autonómicas. El desempleo y la crispación baten récords. Los indignados hacen suya la calle, sortean las prohibiciones y prometen quedarse en la Puerta del Sol, de Madrid, “hasta que ganéis 600 euros como nosotros”, según me dice uno de ellos. Cumplen con su palabra blandiendo un (leer más)

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Política

Que no se vayan todos

El movimiento ultraconservador Tea Party saca partido del mal humor de la gente En 1862, Abraham Lincoln no pudo mantener la mayoría de número republicana en la Cámara de Representantes. Desde entonces, casi todos los presidentes de los Estados Unidos han besado el polvo en ese ámbito en las primeras elecciones de medio término de sus mandatos. Hubo pocas excepciones: Theodore Roosevelt en 1902, Franklin Roosevelt en 1934, Bill Clinton en 1998 y George W. Bush en 2002. Los otros derraparon, incluido Clinton en 1994. Dieciséis años después, con Barack Obama en la Casa Blanca, los demócratas perdieron el control de la Cámara baja y parte de la supremacía en el Senado. La disconformidad popular se ensañó, esta vez, con el promotor del cambio. Obama acusó recibo y se acusó a sí mismo: “Esta paliza me deja claro lo importante que es para un presidente salir de la burbuja de la Casa Blanca”. De la paliza pudo ufanarse Sarah Palin, puntal del ultraconservador Tea Party, encolerizada con “un presidente que, tal vez por primera vez (leer más)