Política

Peón cuatro Trump

La gira tuvo lo suyo. Donald Trump trazó en Arabia Saudita la frontera “entre el bien y el mal”. Reflotó de ese modo la teoría de George W. Bush, plasmada en el Eje del Mal, mientras firmaba el mayor contrato de venta de armas de la historia de los Estados Unidos. El plan: modernizar al segundo ejército mejor dotado de Medio Oriente, después del de Israel. Luego, en Israel y en Palestina, omitió en forma deliberada la mentada solución de los dos Estados. En el Vaticano, más allá del mensaje conciliador del papa Francisco, el atentado de Manchester reforzó su hipótesis sobre el mal, encarnado en el terrorismo islámico. Durante su primer peregrinaje internacional, Trump pretendía tomar contacto con las tres religiones monoteístas. Terminó jugando una partida múltiple de ajedrez. Atacó en todo momento a Irán, el otro líder de Medio Oriente, soslayando la represión de los sauditas contra los opositores y las minorías. “Buscamos socios, no perfección”, se atajó. Celebraba el negocio millonario con la dinastía Saud. America First, pues. En Irán, en coincidencia (leer más)