Política

Daesh: rápido y furioso

Detrás de cada masacre que se atribuye el Daesh, Estado Islámico o ISIS, sea de su autoría o no, prima un fin letal para los Estados: humillar a los gobiernos por su incapacidad para defender a los ciudadanos a pesar de las fortunas que invierten en medidas de seguridad y, de ese modo, minar sus recursos económicos, provocando abruptas caídas en el turismo y sectores afines. Se trata de una estrategia empresarial, más allá de que el terrorismo sea la mercancía. Los atentados contra clubes nocturnos, restaurantes y discotecas de París, Bruselas, Niza, Berlín y Estambul demuestran que un califato de siglos pretéritos ha elegido como blanco las ciudades del siglo XXI. La amenaza permanente, aderezada por lobos solitarios que obran a veces por motu proprio, desgasta a las autoridades de los países que ataca. ¿Cómo permitieron los gobiernos de Francia y de Alemania, piedras basales de la Unión Europea, que sospechosos de terrorismo embistieran con camiones contra multitudes en Niza y en Berlín? ¿Cómo pudo ser asesinado el embajador de Rusia en Turquía? ¿Cómo (leer más)