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Política

Razones de fuerza mayor

Las elecciones de noviembre de 2004 y las bajas en la posguerra llevan a Bush a prometer más autonomía a los iraquíes Nunca ha habido una guerra buena ni una paz mala. E Irak no iba a ser la excepción. Después de más de 30 muertos como consecuencia de otro atentado suicida, esta vez contra el cuartel general de los carabinieri a oídos de George W. Bush llegaron los replanteos de gobiernos que, en su afán de mitigar la presión interna por una causa que desde sus comienzos no tuvo consenso popular, se han planteado la posibilidad de demorar el envío de tropas a las honduras de la incertidumbre en las cuales han derivado las pinceladas iniciales de una victoria segura. El aumento de la violencia excede los límites de Irak: la banda Al Qaeda se atribuyó el atentado que provocó, el domingo, 17 muertos y varios heridos en un barrio residencial de Riad, Arabia Saudita. El ataque artero contra la base italiana en Nasiriya, con el modus operandi propio de la intifada (un camión (leer más)

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Política

No seré feliz, pero tengo democracia

La mayoría desconfía de los políticos y no está satisfecha con la economía de mercado, según el sondeo Latinobarómetro Confío más en los bomberos que en mis compañeros de trabajo o de estudio, mi vecina, la telefonista de la central de informaciones, un burócrata municipal, un pariente lejano que nunca he visto antes o una persona que conozco en forma ocasional. Confiaría más en las instituciones si trataran a todos por igual, cumplieran con sus obligaciones, admitieran errores, prestaran servicios acordes con mis necesidades, fueran fiscalizadas, respondieran a mis inquietudes y se interesaran en mis opiniones. La confianza, rasgo más común en las sociedades abiertas que en las tradicionales, ha bajado en 17 países de América latina entre 1996 y 2003, según la encuesta anual Latinobarómetro. Así como ha bajado, en igual período, el peso de la democracia por no haber logrado reducir en forma significativa los índices de desigualdad económica, política y social. Y han bajado, también, las calificaciones de la Iglesia, de la televisión (principal fuente de información en la región) y de (leer más)

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Política

Remedios para toda clase de errores

Bush carga con un súbito costo político: han muerto más soldados norteamericanos en la posguerra que en la guerra Sonó la alarma en la Casa Blanca: 116 soldados norteamericanos muertos superaban el miércoles los 115 que demandó, entre el 19 de marzo y el 30 de abril, el derrocamiento de Saddam Hussein y la ocupación de Irak. En seis meses, el primer ensayo de la remozada estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos, emparentada con los ataques preventivos contra enemigos potenciales, amenaza con convalidar una máxima no contemplada en el presupuesto: si algo puede ir mal, irá mal. No ha ido mal a los ojos de Bush y de su gente, empero, sino peor a los ojos de la opinión pública. Diferencia sustancial con Bill Clinton: la importancia escasa, o nula, adjudicada a los índices de percepción reflejados en las encuestas. Más allá de que uno de los señores, y mentores, de la guerra, Paul Wolfowitz, segundo de Donald Rumsfeld en el Pentágono, se haya salvado por un pelo en un atentado contra el (leer más)

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Política

Lamento boliviano

Fue el colapso de un sistema tras varias crisis que, con sus muertos, precipitó el desenlace por la exportación de gas Adherida al saco, a la altura del bolsillo interior izquierdo, Gonzalo Sánchez de Lozada siempre lleva una imagen de la Virgen de Socavón, patrona de los mineros bolivianos, y una pluma de plata labrada con la cual ha firmado todos sus decretos. Entre ellos, el centrado en la venta de gas. Con él pretendía compensar las pérdidas por la erradicación de cultivos de coca en el Chapare, recomendada por el gobierno norteamericano desde 1998. De cada cinco dólares que iban a ingresar por la venta de gas a los Estados Unidos vía México, previa salida por Chile o Perú, el Estado boliviano había aceptado percibir menos de 50 centavos. Una propina. La ecuación no cerraba, más allá del apego a los recursos naturales de los líderes de la rebelión. Tampoco cerraba otra ecuación: el gobierno de Sánchez de Lozada urgía a la Aduana por el ingreso de 60 vehículos de origen japonés para uso (leer más)

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Política

Hasta la vista, Davis

El triunfo de Schwarzenegger implica, en principio, un espaldarazo para Bush en un Estado adverso para su partido Antes de que Ronald Reagan, clase B, fuera Ronald Reagan, clase A, y de que Bill Clinton fuera Bill Clinton, o el mejor de su clase, según uno de sus biógrafos, Marilyn Monroe había sido amante del tío de la mujer de Arnold Schwarzenegger. De JFK, una marca registrada. Por el costado demócrata latía el costado republicano de Schwarzenegger, anhelando recorrer la huella del cowboy que supo ser gobernador de California, primero, y presidente de los Estados Unidos, después, más allá de haber incurrido con sus relaciones impropias, traducidas en denuncias por acoso sexual, en la inconducta del gobernador de Arkansas que supo ser, también, presidente de los Estados Unidos. En abril de 2001, Schwarzenegger se reunió con Karl Rove. El cerebro político de George W. Bush, sospechoso ahora de haber ventilado información secreta sobre la guerra contra Irak, no reparó en los bíceps de su interlocutor ni en la taquilla de sus películas, sino en sus (leer más)

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Economía

Un plomero a la derecha

Bush busca al responsable de una revelación que, en medio del caos de la posguerra en Irak, podría afectar su reelección La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar, después, los remedios equivocados. ¿Bromeaba Groucho Marx? George W. Bush buscó problemas, equiparando a Osama ben Laden, no hallado en Afganistán, con Saddam Hussein, no hallado en Irak. Los encontró (a los problemas, no a ellos): el régimen de Bagdad era sospechoso de poseer armas químicas. Hizo un diagnóstico falso, aceptando el indicio de la compra de uranio a Níger (negado por sus propios espías) como prueba de la existencia del arsenal. Y aplicó, después, los remedios equivocados: declaró una guerra preventiva en compañía de pocos ante las dudas de muchos contra un enemigo que había hecho menos méritos para ir al infierno que el dictador norcoreano Kim Jong Il, entre otros. Devastado Irak, y ocupado, las armas químicas no han aparecido. Sólo campea una presunción: Hussein planeaba fabricarlas. Presunción que no ha provenido, esta vez, de los inspectores (leer más)

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Política

Pero sigo siendo el rey

Francia, como antes en el Consejo de Seguridad, se muestra reticente a contribuir con tropas en un escenario indomable En algún ensayo refleja el historiador Paul Kennedy la sorpresa de una anciana en la plaza del mercado de Cambridge. ¡Madre mía!, exclama. Creía hasta el 12 de septiembre de 2002, un año y un día después de los atentados terroristas en los Estados Unidos, que las Naciones Unidas sólo servían para ayudar a los pobres de África. Con su precipitada declaración de guerra contra Irak, George W. Bush estaba iluminándola, subrayando ante la Asamblea General que era necesario exterminar dictadores, o plagas, como Saddam Hussein: ¿Las Naciones Unidas serán irrelevantes?, preguntó con tono de desafío. A los oídos de varios embajadores, entre ellos los latinoamericanos, el desafío con tono de pregunta de Bush no sonaba convincente. Ni se sostenía: Corea del Norte era más peligrosa que Irak por el desarrollo de su arsenal nuclear y Arabia Saudita estaba más cerca de Al-Qaeda, o de Osama ben Laden, que el régimen del tirano prófugo. Ningún otro, (leer más)

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Política

Polvo en el viento

Cenizas han quedado, otra vez, de los esfuerzos por la paz en Medio Oriente, región en la cual no ha reparado Bush Desde un helicóptero israelí partió un misil. Dio en el blanco: un coche, en la Franja de Gaza. Murieron Ismail Abu Shanab, uno de los líderes de Hamas, y dos de sus guardaespaldas. Era el fin de otra tregua precaria. Dos días antes, en Jerusalén, un terrorista suicida había liquidado a 20 israelíes. En represalia, al parecer, por el asesinato, en Hebrón, de Mohammad Sider, cabecilla de la Jihad Islámica. Y así sucesivamente, cual cuenta regresiva, hasta el 28 de septiembre de 2000. El día D. Del comienzo de la segunda intifada (sublevación palestina), en realidad. En un mes y monedas de otra tregua precaria, la hoja de ruta se destrazó, o se destrozó, a sí misma, recobrando, la violencia, sus círculos perversos entre los atentados terroristas en Israel y los asesinatos selectivos en Palestina. Sin más determinación política, después de la prueba de laboratorio con un primer ministro palestino aprobado por la (leer más)

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Política

Realmente no estoy tan solo

La Argentina, entre 12 países, es el único cuyos jóvenes no rechazan los valores que intentan exportar los norteamericanos Dos años y dos guerras después, George W. Bush no ha hallado respuesta para la pregunta clave: ¿por qué nos odian? La formuló el 21 de septiembre de 2001 frente a ambas cámaras del Capitolio en compañía de Tony Blair. Habían transcurrido apenas 10 días de los atentados. Es decir, el mundo aún estaba consternado por la tragedia. Pudo dirigirse a los árabes en esa ocasión: ¿por qué nos odian? Por las libertades de religión, de expresión y de elección, supuso (en ese orden). Como correlato de Irak, sin embargo, ha podido reformular la pregunta: ¿por qué nos odian los demás? Tampoco ha hallado respuesta, sino excusas circunstanciales: a los Estados Unidos les resulta sumamente difícil definir su interés nacional ante la ausencia del poderío soviético, según la consejera de seguridad nacional, Condoleezza Rice. ¿Por qué nos odian, pues? El Departamento de Estado contrató en su momento a Charlotte Beers, ex presidenta de agencias de publicidad (leer más)

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Política

Errores de cálculo

El atentado contra la ONU en Bagdad y la ruptura de la tregua en Medio Oriente tienen un solo objetivo: la política norteamericana Finalizó la guerra, según alardeó George W. Bush en el portaviones Abraham Lincoln. Era la palabra del jefe, vestido para la ocasión con uniforme verde oliva: “Las principales operaciones de combate han terminado”, dijo. En la víspera, sin embargo, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, había dejado de una pieza a sus propios soldados en Bagdad, advirtiéndoles que ahora, en lugar de volver a casa, debían “erradicar las redes terroristas que operan en el país”. ¿Qué redes terroristas?, se preguntaron, mirándose entre sí. Fue profético: ya no debían buscar armas químicas (¿armas químicas, dijo?) ni ir detrás de Saddam Hussein (disculpe, ¿quién?), sino aventurarse en una guerra de guerrillas que iba a desembocar en actos terroristas. Imprevisibles, como la bomba que destrozó la sede temporal de la misión de las Naciones Unidas en Bagdad (y mató a Sergio Vieira de Mello) y, cual posdata, el atentado suicida simultáneo contra un autobús repleto (leer más)

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Política

¿Qué tú sabes de democracia?

En uno de los momentos más duros de su régimen, Castro es, curiosamente, vitoreado en el exterior como si fuera un héroe En 44 años de gobierno, Fidel Castro ha sobrevivido a 10 presidentes de los Estados Unidos, empezando por Eisenhower. Lapso en el cual ha sido asesinado uno, Kennedy; malogrado otro, Nixon, y reincidentes otros, Reagan y Clinton, entre otros que tampoco han podido con él. Ha sobrevivido, también, a la Guerra Fría, enrolado en el bando opuesto, y a las dictaduras militares, jugando a dos bandas. Y ha sobrevivido, a diferencia de Saddam, al segundo Bush, el hijo, enarbolando banderas con mástiles oxidados que casi todo el mundo ha arriado. Desde que rondaba los treinta, la edad mítica a la que otros han muerto, bajo las barbas de Castro pende una duda: ¿cómo deshacerse de él y, a la vez, cómo preservarlo? El otro día, el miércoles, cumplió 77 años. Y encontró en Chávez, su único incondicional, un oído presto para hablar de béisbol (Cuba le había ganado 3 a 1 a los (leer más)

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Política

Otro ladrillo en la pared

Todos los caminos conducen a Al-Qaeda, mientras el padre de todos los atentados, Ben Laden, sigue siendo una incógnita Entre el martillo norteamericano y el yunque islámico, la realidad fragua, golpe a golpe, la silueta del nuevo mundo. Menos seguro, como auguró Bush. Más dañino, como convino Blair. Más o menos parecido al conocido antes del fatídico 11 de septiembre. Cada vez más familiarizado, empero, con las paradojas: un general de apellido Sánchez (no Motors), y nombre Ricardo (no Richard), comandante de las tropas de ocupación en Irak, promete mano blanda, o advierte la inutilidad de la mano dura, en coincidencia con el coche bomba que detonó en la embajada de Jordania en Bagdad y, cual broche, con la invasión de gente de a pie, o no tanto, que terminó el trabajo sucio, destrozando los retratos del rey Abdallah II y de su finado padre, Hussein. Tan visceral es el odio entre árabes por haber apoyado al Gran Satán en la segunda Guerra del Golfo, en el caso de Jordania, que ni el refugio concedido (leer más)

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Política

Verdades en huelga

Más allá de la falta de pruebas sobre las armas, Bush ha replanteado la disyuntiva entre el imperio y el imperialismo Por formación, o por deformación, algunos de los inspiradores de la guerra contra Irak creen que la gente necesita mentiras reconfortantes. O, invirtiendo el foco, verdades ocultas. Que, administradas con prudencia extrema, aquilatan el capital intelectual de una elite. De eso, dicen, se trata el poder. Esa clase política, identificada con el movimiento ultraconservador norteamericano de mediados del siglo XX, ha emergido de golpe. Por un golpe: la voladura de las Torres Gemelas. Y, consustanciada con la decisión de George W. Bush de no dejar piedra sobre piedra en parajes remotos en tanto persista la amenaza terrorista contra el interés nacional, no ha reparado en las formas ni en los modales. De ahí que Richard Perle, director del Consejo de Defensa de los Estados Unidos, haya afirmado, y firmado, el acta de defunción de las Naciones Unidas. Con desparpajo y arrogancia, agradeciéndole a Dios su muerte. Que cuadra, a su vez, con otra muerte (leer más)

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Política

Seamos idealistas: hagamos lo posible

El tercer mundo demostró que está lejos de aceptar el «intervencionismo benévolo» que plantean Blair, Clinton y compañía Promesas, no realidades, invocaba un graffiti latinoamericano. Las mismas, quizá, que han procurado evitar Lula, Ricardo Lagos y Néstor Kirchner. Marcados, más que todo, por realidades, no por promesas, en un contexto pendiente en forma casi exclusiva de la seguridad, o del interés nacional, de los Estados Unidos (están con nosotros o están contra nosotros, versión George W. Bush) en el cual lejos, lejísimo, parece haber quedado aquella cosa llamada utopía que Eduardo Galeno supo definir como una excusa para caminar: “Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá”. Después de tanto caminar, Lula, así como sus pares de la región, no llegó al poder, sino al gobierno. Y no armó una revolución; ganó una elección. ¿Dónde ha quedado la utopía, entonces? El realismo político no significa abandonar nuestros sueños, esgrimió en Gran Bretaña. Había estado poco antes con Bush en la Casa Blanca, (leer más)

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Política

El paradigma del miedo

Bush y Blair enfrentan cuestionamientos por haberse dejado llevar por informes que no condujeron al arsenal de Saddam En el comienzo de todo, George W. Bush creó el miedo y la sospecha. E invocó la libertad en sendas operaciones, o guerras, antiterroristas: Libertad Duradera, o Perdurable, en Afganistán, y Libertad Iraquí, de modo de que, más allá del miedo y de la sospecha como correlatos de la voladura de las Torres Gemelas, prevaleciera la libertad como uno de los valores más caros a Occidente. La libertad, sin embargo, ha mellado otro valor. Tan caro, quizá, como ella: la verdad. Deshonrada, finalmente, en donde iban a aparecer armas de destrucción masiva, arsenales nucleares, misiles Scud capaces de pulverizar Israel, fanáticos decididos a morir matando y pruebas implacables de los vínculos de un dictador impiadoso como Saddam Hussein con un asesino confeso como Osama Ben Laden. Deshonrada, también, la verdad, en los vanos argumentos de Bush ante el Capitolio, de Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de Tony Blair ante la Cámara (leer más)