
Échale la culpa a Obama
Lapidario, el director del FBI, James Comey, desestimó la imputación de Donald Trump contra Barack Obama. Lo acusaba de haberlo espiado durante la campaña de 2016. Una denuncia sensacional, pero sin fundamento. ¿Cómo surgió? El conductor de un programa de radio, Mark Levin, lanzó la historia al aire. Obama se habría valido de “medios del gobierno federal” para intervenir la línea telefónica de Trump. De ser cierto, era “el gran escándalo”, como lo definió Levin. El sitio Breitbart News, antes dirigido por Steve Bannon, jefe de estrategia de la Casa Blanca, la echó a rodar cual bola de nieve. En menos de 24 horas, Trump disparó furibundos tuits contra su antecesor: «¡Terrible! Acabo de enterarme de que Obama tenía mis líneas pinchadas en la Torre Trump antes de la victoria. No se encontró nada. Esto es ¡McCarthyismo!». Asombroso. El presidente de los Estados Unidos, nada menos, había comprado la idea de la conspiración. Y comenzó de ese modo una caza de brujas al estilo de las emprendidas por el senador republicano Joseph McCarthy en los (leer más)