
Es culpa del otro
La investigación sobre la indiferencia de Bush ante la amenaza terrorista revela un interés exagerado en invadir Irak Es culpa de Bush por haber desdeñado mis advertencias, dijo Richard Clarke, ex zar de la lucha antiterrorista de la Casa Blanca. Es culpa de un problema estructural que nos impidió unificar la información sobre los atentados, dijo la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. Es culpa del secretario de Justicia, John Ashcroft, por no haberme escuchado, dijo Thomas Pickard, ex director del FBI. Es culpa del gobierno de Clinton por haberse puesto una venda en los ojos frente al terrorismo, dijo, a su vez, Ashcroft. Es culpa de Ben Laden, pues. Soluciones mágicas no había, según Rice. Ni soluciones mágicas ni modo de evitar los atentados del 11 de septiembre de 2001. Bush, empero, era preso de una obsesión: “¿Crees que Irak haya sido el responsable de los ataques en Nueva York y en Washington?”, espetó. En la mirada sombría de Clarke, en el cargo desde el gobierno de Clinton, halló un gesto de reprobación. Estaban (leer más)