Ciudades y terrorismo: una relación inseparable y brutal
Por Jason Burke | The Guardian y eldiario.es Hace casi 140 años, una oleada de bombas estalló en Londres. Aunque mataron relativamente a pocas personas, llamaron mucho la atención. El trabajo de los extremistas irlandeses que trataban de hacer cambiar a la opinión pública y las ideas políticas sobre el futuro de la nación duró varios años. En octubre de 1883, uno de sus más sangrientos ataques hirió a 40 viajeros de metro que salían de la estación de Paddington. Otros de sus objetivos fueron la redacción del periódico The Times, la columna de Nelson, la Torre de Londres y Scotland Yard. A lo largo de la década, hubo otros ataques en otros lugares de Europa perpetrados por varios grupos extremistas. Estos ataques estuvieron dirigidos contra teatros, óperas, el Parlamento francés y cafés. En 1920, Wall Street también fue atacado con una bomba. La oleada de ataques comenzó a suscitar temores en torno a las tecnologías, tales como los temporizadores y la dinamita, de la cual se decía que era «barata como el jabón y común como el azúcar». Suscitó también un debate sobre cómo proteger (leer más)