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Trump se indulta a sí mismo

¿Qué podría salvar a Donald Trump de 400 años de cárcel si resulta culpable de los 37 cargos penales en su contra por retener ilegalmente documentos clasificados que, según el fiscal Jack Smith, habrían puesto en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos de haber sido revelados? Un indulto presidencial. ¿Y quién podría dictarlo? Él mismo si gana las primarias republicanas y, después, las generales de 2024. O, acaso, un mandatario de su signo político mientras sigue cosechando récords Guinnes. Como en abril, acusado de falsificar documentos para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels, Trump se declaró inocente ante la corte de Miami después de haberse llevado decenas de cajas de la Casa Blanca con archivos confidenciales cuando salió a regañadientes en enero de 2021. Las escondió en su casa de Mar-a-Lago, Florida, donde fueron recuperadas en un operativo sin precedente del FBI ordenado por el Departamento de Justicia. En este caso, después de haber sido condenado en mayo por un tribunal de Nueva York a pagarle cinco millones de dólares a (leer más)

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El día que Trump perdió el juicio

No ha de haber peor sentencia que una por abuso sexual. Más aún para un expresidente de Estados Unidos empeñado en reincidir en el cargo. Eso importa al común de los mortales, no a Donald Trump, condenado por un tribunal de Nueva York a pagarle 5 millones de dólares (unos 4,56 millones de euros) a E. Jean Carroll por haberse propasado con ella en los probadores de la sección de lencería de una tienda de Manhattan. Ocurrió en 1996, pero Carroll, escritora y ex columnista de la revista Elle, no ventiló la historia hasta 2019, cuando publicó su libro de memorias. Aprovechó entonces una hendija legal que permitía que las víctimas de esos delitos pudieran denunciarlos a pesar haber prescripto. Trump aún era presidente. Carroll, de 79 años, se ha convertido en la primera en hacerle pagar sus fechorías con mujeres. Varias han hecho denuncias de acoso y de violación que cayeron en saco roto mientras él aún se jacta de sus hazañas sexuales. Detalles más, destalles menos, el veredicto del tribunal de Nueva York (leer más)

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La desinformación alienta la polarización

El economista Rodrigo Chaves gobernará Costa Rica en los próximos cuatro años. Ganó las presidenciales en segunda vuelta con su propuesta de erradicar la política tradicional en una de las democracias más estables de América Latina. Chaves se benefició de ser el rostro nuevo en contraste con José María Figueres, presidente entre 1994 y 1998 e hijo del tres veces presidente José Figueres Ferrer. Hasta hace un año y medio, Chaves era un desconocido. En las elecciones debió sortear cuestionamientos sobre el financiamiento de la campaña y, sobre todo, imputaciones de acoso sexual que pusieron fin a su carrera de casi tres décadas en el Banco Mundial. “Esta ha sido probablemente la elección en la que los temas sustantivos han estado más ausentes y los ataques personales entre ambos candidatos adquirieron la mayor relevancia”, dice Eduardo Ulibarri desde San José, Costa Rica, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. Ulibarri, consejero académico de CADAL, aborda en el libro Realidades embusteras, un análisis crítico sobre la desinformación, el impacto en la sociedad global de (leer más)

Sociedad

En cuarentena y recalculando

La Tierra es plana, el Holocausto no existió, las vacunas no sirven y el coronavirus, como dice Jair Bolsonaro, no es más que una gripecita. Con ese criterio, la cuarentena por la pandemia de COVID-19 vendría a ser algo así como un ardid de la izquierda, la derecha o los extraterrestres. Estupideces de ese calibre, como echarles la culpa de la crisis sanitaria global al capitalismo y a su hermano menor, el neoliberalismo, llevan a verla como un plan político que, con las fronteras clausuradas, hizo fermentar el nacionalismo. Gracias a Xi Jinping, entonces, Donald Trump se salió con la suya, más allá del tendal de contagiados y muertos en China y en Estados Unidos. El planeta está en cuarentena y recalculando, con desescaladas a ciegas para evitar más quebrantos. Un paso adelante, dos atrás, como en Corea del Sur y en Alemania por los rebrotes. Soluciones intermedias en una puja, negada por algunos gobiernos, entre la salud y la economía. Un período de ensayo y error, según Tom Inglesby, director del Centro de Seguridad (leer más)