Sociedad

Cuando el río no suena

En un pueblo de Extremadura, España, de apenas 600 habitantes, cerca de Portugal, la economía gira alrededor del arroz. Imposible cultivarlo sin agua. La sequía acecha por tercer año consecutivo, el peor desde que comenzaron los registros en 1964. Raúl e Inés, matrimonio de mediana edad, me dicen que procuran sobrellevar la falta de lluvias con los olivos y otras plantaciones. Trabajan la tierra de la mañana a la noche. Sin respiro. Suplican por un milagro de la Virgen de Guadalupe, patrona del lugar. Un milagro que se traduce en agua para su par de hectáreas. Un milagro que espante la secuela más alarmante de un sol que raja la tierra: los robos en el campo de sus propios vecinos. Cambio climático a la vista. Una realidad que no pudo atenuar la cumbre del clima COP27, realizada en Sharm el Sheij, Egipto, con los bemoles de un fondo común para los daños y las pérdidas. Las naciones ricas que emiten más gases de efecto invernadero deberían aportar recursos para costear los quebrantos de los países (leer más)