Ofensiva turca, dilema armenio
EVERÁN, Armenia – En el frente, las tropas rusas patrullan la zona invadida por las turcas, empeñadas en expulsar a los kurdos, fijar una zona de seguridad y repatriar a más de tres millones de refugiados sirios. En la retaguardia, a la sombra del genocidio armenio, no reconocido por Turquía, el viceministro de Asuntos Exteriores de Armenia, Grigor Hovhannissyan, busca un delicado equilibrio entre Siria y Rusia, “países amigos”, y la diáspora armenia en Siria, a merced de la renovada tensión. Desde el comienzo de la guerra, unos 30.000 armenios regresaron al país. La mitad se quedó en forma definitiva. El retiro de las tropas de Estados Unidos del norte de Siria estrenó un nuevo castillo de naipes en Medio Oriente. Lo aprovechó el presidente de Turquía, Recep Tayip Erdogan, para cercar a los kurdos, considerados terroristas por sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), y ajustar cuentas con la Unión Europea, madrina de la Federación Democrática del Norte de Siria, el Kurdistán sirio, donde viven cuatro millones de personas que (leer más)