Política

Caos en Nigeria

El lema era End SARS. O acabar con el SARS, siglas del Escuadrón Especial Antirrobo de la Policía de Nigeria. Una suerte de banda parapolicial acusada de arrestos arbitrarios, torturas, asesinatos extrajudiciales y extorsiones. En las protestas, encabezadas por la generación iPhone (jóvenes de clase media nacidos en la también joven democracia), murieron 70 personas en un contexto acuciante. El de un país, el más poblado de África, con 202 millones de habitantes, 82 millones de pobres y 14 millones de niños sin escolarizar, que vive a la sombra de otra banda, la terrorista Boko Haram, filial del Daesh o ISIS. La caída del precio del petróleo, acentuada por la pandemia, llevó al gobierno a dejar de subsidiar el combustible, que aumentó un 15 por ciento. Las tarifas de electricidad se triplicaron y, cual broche, el SARS descargó su ira contra la sociedad civil. La réplica: movilizaciones masivas, saqueos, destrozos y ataques. Entre otros, contra medios de comunicación afines al presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, como el periódico The Nation y el canal de noticias (leer más)

Videos

Récord mundial de migrantes

El barco Open Arms ha llevado a España a 308 migrantes, de los cuales 137 eran menores, que fueron rescatados en Libia. Algunos de ellos escaparon de las guerras de Somalia y de Siria. Se trata de un drama que ha recrudecido en los últimos años. Las migraciones han aumentado un 49 por ciento desde comienzos de siglo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Un récord. Gran cantidad de personas han muerto ahogadas, han desaparecido en el desierto o han sido víctimas de traficantes de personas en su afán de escapar de guerras, conflictos o penurias económicas. La agencia de noticias Associated Press ha documentado la muerte o la desaparición de 56.800 en todo el mundo desde el 2014, el doble de la única cuenta oficial que existe. La de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Después de un año y medio de negociaciones, casi 160 de los 193 miembros de la ONU decidieron contrarrestar la oleada nacionalista que sacude a Europa, Estados Unidos y otros confines en contra de los migrantes. (leer más)

Política

Cachorros y perlas

Por Jorge Elías En 2015, el Daesh o Estado Islámico (EI) difundió el video aterrador de un niño de 12 años de edad que ejecutaba a tiros a dos presuntos espías del servicio secreto ruso. En Kirkuk, Irak, un adolescente llevaba en agosto de este año un cinturón explosivo debajo de la camiseta número 10 del Barcelona, la de Messi. Lo detuvieron antes de que volara en mil pedazos y dejara un tendal de víctimas. Su hermano, también menor, se había inmolado un rato antes en una mezquita chiita. Lo hizo en nombre del Daesh, de raíz sunita. Otro niño cometió un atentado similar durante una boda en la ciudad turca de Gaziantep, cerca de la frontera con Siria. Mató a 52 personas. Más de la mitad eran niños. Son los cachorros del califato, brigada de niños de 12 a 15 años de edad. Los reclutan, adoctrinan y entrenan para ir al cielo antes de tiempo con decenas de víctimas. ¿Por qué utilizan niños? “Porque generalmente tienen menos miedo que los adultos y no pueden (leer más)

ACNUR
Política

Miedos compartidos

La patética imagen del niño sirio que apareció ahogado en una playa de Turquía despertó conciencias en Europa y desató una fenomenal ola de solidaridad con los migrantes, pero no eliminó los prejuicios   Durante el verano boreal, el aluvión de migrantes que ingresó en Europa superó todas las previsiones. En las islas griegas, los turistas se quejaban de pasar las vacaciones en medio de campos de refugiados. En Francia acampaban cerca de Calais para cruzar el Canal de la Mancha rumbo al Reino Unido, renuente a recibirlos. En Alemania, la atmósfera cosmopolita de grandes ciudades como Berlín, Hamburgo, Múnich y Colonia se vio alterada por ataques con cócteles Molotov contra albergues de refugiados. Sólo en julio y agosto de 2015 hubo 131 incidentes de esa magnitud, según la policía alemana, así como agresiones verbales y físicas contra los extranjeros. ¿Pudo haber cambiado esa actitud hostil, alentada por grupos nazis y de extrema derecha, la tremenda foto del niño sirio que apareció ahogado en una playa de Turquía mientras intentaba ir con su familia a (leer más)

Política

Tiempos violentos

El atentado terrorista en Túnez delata la intención de los fundamentalistas de hacer descarrilar el proceso de democratización posterior a la Primavera Árabe La masacre terrorista en el museo tunecino del Bardo puso de nuevo en evidencia la fragilidad de los sistemas de seguridad. En este caso, los del único país del norte de África en el cual, durante la Primavera Árabe, prosperó la democracia tras la caída de una dictadura. El asesinato de una veintena de turistas a tiro de piedra de Europa ha sido reivindicado por el Estado Islámico (EI). Fue el atentado más grave desde la revolución de 2011. Tuvo un blanco preciso: el turismo extranjero, principal fuente de ingresos del país. Pone cuesta arriba la gestión del primer ministro Habib Essid, elegido en febrero de 2015 por la Asamblea de Representantes del Pueblo. Menos trascendencia adquirió casi a la misma hora la matanza de más de 150 personas en Saná, capital de Yemen, tras brutales ataques del grupo sunita EI contra mezquitas chiitas. Poca gente va de vacaciones a ese país. (leer más)

Política

Daños colaterales

Los conflictos armados, las persecuciones y la violencia generalizada no sólo arrojan pavorosas cifras de muertos y heridos, sino, también, una preocupante legión de desplazados y refugiados En 2013, seis millones de personas debieron alejarse de sus hogares como consecuencia de los conflictos, las persecuciones y la violencia generalizada, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). A comienzos de 2014, 50 millones se encontraban en esa ingrata situación. El aumento se debió a la intensificación de la guerra civil en Siria y los conflictos en Sudán del Sur y la República Centroafricana. Se suman ahora otros miles de víctimas en la Franja de Gaza, Ucrania, Irak y Libia. El número de desplazados y refugiados iguala o supera al de la Segunda Guerra Mundial, basado en estimaciones. La diáspora crece. Los desplazados, 33,3 millones, permanecen en sus países; los refugiados, 16,7 millones, huyen al exterior y, por miedo, arraigo u otras razones, no regresan. En ambos casos dejan detrás sus casas, sus trabajos, sus estudios y sus afectos, así como una (leer más)