Política

Grecia pasa página

El experimento de Alexis Tsipras fracasó. No sólo por la vuelta de los conservadores al gobierno de Grecia, sino también por la decepción de la ciudadanía frente a un discurso de tono mitológico. El pronunciado en la isla de Ítaca, en el cual el líder de la coalición izquierdista Syriza asumió el papel del rey mesenio Odiseo. Transcurría 2015. Tsipras renunció al cargo de primer ministro y convocó a elecciones anticipadas con la certeza de que iba revalidar su mandato. Lo logró. Ahora, después de los pésimos resultados en las europeas de mayo, el desenlace iba a ser otro. La odisea de la derrota. La tragedia griega se resume en dos actos: menos bebés y más emigrantes. La onda expansiva de Europa, donde los radicales de izquierda y de derecha no pudieron frente a los verdes y los liberales, coronó la victoria del partido conservador Nueva Democracia, del primer ministro Kyriakos Mitsotakis. Un desenlace que excede a Grecia, donde la típica confrontación entre ambos extremos se vio desdibujada por un duelo. El de las estirpes. (leer más)

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Utopía a plazo fijo

Acordado el tercer rescate de Grecia, el primer ministro Alexis Tsipras renuncia y convoca a elecciones con la certeza de revalidar su mandato y, de ser reelegido, de despojarse de los radicales propios y ajenos El renunciante primer ministro griego Alexis Tsipras podría suscribir las palabras del cómico y político italiano Beppe Grillo: “No estamos en guerra contra el Estado Islámico ni contra Rusia, sino contra el Banco Central Europeo (BCE)”. Es casi lo mismo que quiso decir otro renunciante, Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas de Grecia, ahora en las antípodas de Tsipras, cuando consideró que los bancos habían sustituido a los tanques. En inglés, banks rima con tanks. En ese momento, el 12 de julio de 2015, la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) aceptaba a contramano de su discurso las imposiciones de la troika formada por la Comisión Europea, el BCE y el Fondo Monetario Internacional (FMI). De los griegos no sólo heredamos la democracia, sino, también, la utopía. El escritor británico Tomás Moro usó en 1516 esa palabra para crear una (leer más)

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Cuando no significa sí

Seis de cada diez griegos decidieron rechazar en el referéndum el plan de austeridad y salvataje financiero dictado por la troika, lo cual marca un precedente insoslayable para Europa Más allá de las arduas negociaciones del gobierno de Alexis Tsipras y la troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), el quebranto de Grecia no es sólo económico, sino, también, humano. Desde 2010 han aumentado en forma pavorosa los suicidios. ¿Cuánto? Un 35 por ciento. En siete años ha caído un tercio el consumo de las familias. En promedio, uno de cada dos jóvenes no trabaja. Aquel que tiene empleo gana menos que en otros países de Europa. Los ricos transfirieron sus fortunas al exterior. La clase media, a la usanza argentina, acopia en el colchón el dinero rescatado de los bancos. Ni los todos multimillonarios del mundo, cuya legión ha incorporado 920.000 individuos en 2014, podrían cancelar la deuda griega, de 267.000 millones de dólares (en euros, 240.000 millones). Podrían cubrir el 68 por ciento, (leer más)

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Alfa, beta, Syriza

La victoria en las legislativas de Grecia de las filas de Alexis Tsipras es la más importante en Europa de una agrupación antisistema, enervada al calor de la crisis y de las protestas de los indignados http://www.youtube.com/watch?v=w_XbPY0nqVc Sobre la hora, el Parlamento griego aprobó en 2011 un plan de austeridad impopular para evitar una devastadora bancarrota. Miles de personas clamaban en la céntrica Plaza Sintagma y otros barrios de Atenas contra los errores de los políticos y la codicia de los banqueros. Hubo heridos y destrozos. Diez años después del ingreso de Grecia en la Unión Europea (UE), rechazado inicialmente en 1999, muchos se preguntaban qué habían hecho mal. Otros se preguntaban si la UE debió aceptar a un país que distaba de alcanzar sus metas fiscales y que, en 2001, dibujó sus números para cumplir con los requisitos. Los griegos, indignados como los españoles, los islandeses, los norteamericanos y los ciudadanos de otras latitudes, protestaban contra un plan que acarreaba ajustes, privatizaciones y alzas de impuestos. De no ser aprobado, Grecia iba a quedarse (leer más)