Política

Alfa, beta, Syriza

La victoria en las legislativas de Grecia de las filas de Alexis Tsipras es la más importante en Europa de una agrupación antisistema, enervada al calor de la crisis y de las protestas de los indignados http://www.youtube.com/watch?v=w_XbPY0nqVc Sobre la hora, el Parlamento griego aprobó en 2011 un plan de austeridad impopular para evitar una devastadora bancarrota. Miles de personas clamaban en la céntrica Plaza Sintagma y otros barrios de Atenas contra los errores de los políticos y la codicia de los banqueros. Hubo heridos y destrozos. Diez años después del ingreso de Grecia en la Unión Europea (UE), rechazado inicialmente en 1999, muchos se preguntaban qué habían hecho mal. Otros se preguntaban si la UE debió aceptar a un país que distaba de alcanzar sus metas fiscales y que, en 2001, dibujó sus números para cumplir con los requisitos. Los griegos, indignados como los españoles, los islandeses, los norteamericanos y los ciudadanos de otras latitudes, protestaban contra un plan que acarreaba ajustes, privatizaciones y alzas de impuestos. De no ser aprobado, Grecia iba a quedarse (leer más)

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La otra cara de la guerra

Los ataques informáticos contra gobiernos y compañías privadas, cada vez más frecuentes y preocupantes, entrañan el riesgo de una mayor intromisión estatal en la intimidad de las personas Antes de desembarcar en Irak, el Pentágono alertó a George W. Bush sobre la posibilidad de congelar las cuentas bancarias de Saddam Hussein en el exterior por medio de un sabotaje informático. Era un plan secreto. Los Estados Unidos podían ganar la guerra sin lanzar un solo misil. Hussein no iba tener dinero para pagarles a sus tropas ni para reponer suministros. El presidente norteamericano caviló un instante. El riesgo era la eventual réplica: un fenomenal ciberataque capaz de desatar una crisis financiera global. Ni su gobierno ni los de sus aliados estaban en condiciones de contrarrestar un golpe de esa magnitud. Lo desechó. Más de una década después, los atentados terroristas en Francia, cuyo gobierno se opuso entonces a la guerra contra Irak, desnudaron la otra cara de aquello que el papa Francisco insiste en llamar Tercera Guerra Mundial “por partes”. Lo hizo esta vez durante (leer más)

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Arde París

Los atentados en Francia responden al mandato terrorista de propagar la guerra santa contra aquellos que se burlen de Mahoma, pero también reflejan las diferencias entre Al-Qaeda y el grupo Estado Islámico Hasta el 11 de septiembre de 2001 nadie imaginaba que aviones comerciales, secuestrados y tripulados por terroristas suicidas, iban a estrellarse contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Hasta el 11 de marzo de 2004 nadie imaginaba que trenes repletos de gente iban a ser blanco de atentados cerca de Madrid. Hasta el 7 de julio de 2005 nadie imaginaba que el metro de Londres iba a convertirse en una trampa mortal para sus pasajeros. Hasta el 7 de enero de 2015 nadie imaginaba que París y sus suburbios iban a vivir tres días en vilo por la masacre en la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo y la toma de rehenes en una tienda de comida judía. El grupo sunita Estado Islámico (EI), tristemente célebre por decapitar periodistas, cooperantes y ciudadanos occidentales, se apresuró a tildar de “héroes” a los hermanos Chérif (leer más)

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Tercera Guerra, primera parte

Cuando cayó el Muro de Berlín afloró una pregunta: “What’s left?”. Traducido: “¿Qué queda?”, “¿qué es izquierda?” o, fusionado, “¿qué queda de la izquierda?”. Veinticinco años después, aflora la misma pregunta para la Primavera árabe, iniciada en Túnez y diseminada en otros países en 2011: ¿qué queda de aquellas protestas laicas y políticas, no religiosas, que apuntaban al establecimiento de democracias, con alternancia en el poder e instituciones capaces de mediar entre el legado oprobioso de las dictaduras y las monarquías y los dictados radicales del Islam? En Túnez, Egipto y Libia cayeron los dictadores vitalicios, antes apañados por los gobiernos occidentales. En Siria estalló la guerra civil. En Irak, los milicianos del Estado Islámico (EI) garabatean ahora en las fachadas de las casas de los cristianos la decimocuarta letra del alfabeto árabe, nun (ن). Es la inicial de nasrani (nazareno). Los nazarenos, devotos de Jesús de Nazaret, son presas del pánico frente a la limpieza religiosa, pariente de la étnica, que ha emprendido el grupo sunita, separado de Al-Qaeda. Los moradores de las casas (leer más)

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Y, sin embargo, te quiero

Hillary Clinton, empresarios que sirvieron como funcionarios de distintos gobiernos norteamericanos y The New York Times parecieron dictarle a Obama la histórica decisión de descongelar la relación con Cuba En julio, los presidentes de China, Xi Jinping, y de Rusia, Vladimir Putin, viajaron a Cuba con miras a ampliar sus vínculos. Poco después, seis editoriales consecutivos de The New York Times sobre la necesidad de “darle un giro sustancial” a la política de los Estados Unidos respecto de la isla, raros en sí mismos, parecieron guiar la impactante decisión de Barack Obama de restablecer la relación bilateral. Uno de ellos, “Tiempo de acabar con el embargo”, publicado el 11 de octubre en inglés y castellano como los otros, enhebra los fundamentos para “que sea políticamente viable reanudar relaciones diplomáticas y acabar con un embargo insensato”. En su histórico discurso del 17 de diciembre, Obama siguió a pies juntillas sus lineamientos, aunque tuviera presente, como también expresa el Times, que “el régimen de los Castro ha usado el embargo para excusar sus fallas y mantener a (leer más)

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Matan a pobres corazones

El horror sacudió esta vez a Pakistán, donde los talibanes ingresaron en una escuela a la que concurren hijos de militares y mataron a más de un centenar de personas, en su mayoría estudiantes En la película Charlie Wilson’s War (La guerra de Charlie Wilson), distribuida con el título Juego de poder, el representante demócrata Charlie Wilson (Tom Hanks), alentado por una millonaria texana ultraconservadora y católica, Joanne Herring (Julia Roberts), y secundado por un agente secreto desencantado con la CIA, Gust Avrakotos (Philip Seymour Hoffman), acuerda repeler a las tropas soviéticas de Afganistán, regado de campos de refugiados, con el dictador paquistaní Mohamed Zia ul-Haq (Om Puri). Se trata de una historia real, basada en la biografía de Wilson escrita por George Crile. La condición del convenio era que las armas cedidas por Israel no tuvieran estrellas de David. Wilson empeñó su palabra. Era un rústico representante (diputado), de botas puntiagudas, de un distrito perdido de Texas. Se ufanaba de su anticomunismo y de su debilidad por el alcohol, las drogas, las juergas y (leer más)

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Al mundo le sobran bolsillos

Un sastre paraguayo, harto de los escándalos de corrupción, decidió confeccionar un traje exclusivo para presidentes, legisladores y funcionarios públicos Mao Tsé-tung intuyó que Nikita Khruschev intentaba engañarlo. “Aquí no se sienta uno a la gran mesa de la negociación internacional si no lleva la bomba atómica en el bolsillo”, le avisó. Mucho antes, Lenin había definido al escritor ruso Boris Savinkov, responsable de asesinatos de funcionarios imperiales entre 1904 y 1905, como “ese burgués con una bomba en el bolsillo”. Más de un siglo después, el tenor español José Carreras, independentista catalán, lleva en el bolsillo “un trozo de bandera” de Cataluña. “¡Visca Catalunya Lliure (Viva Cataluña libre)!”, grita para sus adentros antes de cantar. Eso de llevar efectos personales en los bolsillos, empezando por el dinero, se remonta a los tiempos en que el hogar era una cueva o la sombra del árbol más cercano. En 2009, un equipo de psicólogos de Edimburgo, Escocia, concluyó que hay más posibilidades de que sea devuelta una billetera perdida si tiene una foto o dos, preferentemente (leer más)

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Mentiras verdaderas

¿Por qué creemos que los políticos son los más grandes embusteros del planeta cuando, en realidad, nueve de cada diez personas mienten en forma regular y pareja? La actividad cerebral es mayor cuando uno miente. Una de cada cuatro personas miente o retoca la verdad cuando solicita empleo. Tres de cada diez mujeres mienten cuando confiesan su peso. El porcentaje crece si uno se adentra en un terreno tan resbaladizo como la fidelidad. Si miente en forma regular y pareja el 91 por ciento de la humanidad, ¿cómo actúan los políticos? Apenas un siete por ciento de los norteamericanos confía en los elegidos para cargos ejecutivos y legislativos, según Gallup. Como decía Otto Von Bismarck, artífice de la unidad alemana: «Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería». La mentira tiene premio en los Estados Unidos. Desde 1929, el Liars Club (Club de Mentirosos), de Burlington, Wisconsin, premia la mejor mentira del año. Los periodistas Otis Hulett y Mannel Hahn lanzaron entonces un concurso de mentiras (leer más)

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Sobre héroes y tumbas (Segunda y última parte)

En la frontera entre las dos Coreas están prohibidos los jeans, las zapatillas y la ropa de color verde. Del lado de Corea del Sur hay un parque de diversiones. Es un adorno. No funciona. Más allá, al final de un territorio que culebrea entre alambres de púas y minas antipersonales, está “el puente del no retorno”. Es de madera, endeble en apariencia, pero encierra en su nombre la fortaleza de una amenaza para aquel que se atreva a poner un pie en él: “Te disparan o te capturan”, me dijo un mayor del ejército norteamericano de apellido Andersen, guía eventual en el azaroso derrotero hasta donde nos dejaran los norcoreanos. En ese límite difuso, a diferencia de otros sacudidos por guerras, los soldados de ambos bandos se ven las caras. Los surcoreanos permanecen de pie, con los puños hacia adelante a la altura de la cintura, estáticos, mostrando medio cuerpo; usan gafas espejadas para no responder a las provocaciones. Los norcoreanos, como me dijo Stephen Oertnig, funcionario civil de la ONU, “se lustran los borceguíes (leer más)

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Sobre héroes y tumbas (Primera parte)

El funeral de Kim Jong-il dejó a todo el mundo de piedra por su pomposidad. El Querido Líder, muerto el 17 de diciembre de 2011, no era el presidente de la República Popular Democrática de Corea. Tampoco lo es su hijo, Kim Jong-un, El Brillante Camarada. El régimen comunista reconoce como presidente eterno a Kim Il-sung, El Gran Líder, fallecido en 1994. Así como el difunto es el único que puede ocupar el cargo aunque no respire, su país sigue en guerra contra Corea del Sur. El conflicto por el cual se dividió la península dejó dos millones de bajas. Duró tres años. Terminó en 1953 con un armisticio, no con un tratado de paz. En Corea del Norte, cada mañana, temprano, las sirenas preludian que «la revolución es un deber cotidiano» e instan a la gente a «construir un Estado socialista poderoso». La comida y la suerte de 25 millones de personas dependen de la caridad ajena. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) mantiene la tregua en la frontera más militarizada y extraña (leer más)

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El hombre del Watergate

Falleció el mejor periodista de su generación, Ben Bradlee, editor de The Washington Post y responsable de la investigación que forzó la renuncia del presidente Nixon Los protagonistas del llamado escándalo del siglo respetaron durante tres décadas el pacto de honor que habían sellado con Mark Felt, subjefe del FBI durante el gobierno de Richard Nixon, hasta que él mismo decidió develarlo en 2005. Era Deep Throat (Garganta Profunda), el informante de Bob Woodward y Carl Bernstein, periodistas de The Washington Post, encargados de la investigación del caso Watergate. “Supe quién era un año después de la renuncia de Nixon, pero no puedo abrir la boca hasta que llegue el momento”, se excusó antes de la revelación el editor Ben Bradlee durante una charla informal en su oficina del Post. Todo había comenzado el 17 de junio de 1972 con la detención de cinco presuntos ladrones en la sede del Comité Nacional Demócrata, opositor, instalada en el complejo Watergate, de cara al río Potomac. Un llamado de teléfono aguijoneó el olfato de los editores del (leer más)

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Vencer no es convencer

Como ocurrió otras veces, el  Estado Islámico utiliza a la religión como excusa para imponer su califato en Irak, Siria y, de ser posible, otros países, mientras persigue y masacra a aquellos que considera infieles En las fachadas de las casas de los cristianos de Irak, los fanáticos del Estado Islámico (EI) garabatean la decimocuarta letra del abecedario árabe, nun (ن). Parece una carita sonriente con un solo ojo. Es la inicial de la palabra nasrani (nazareno). Los llaman nazarenos (nasara, plural de nasrani) por su fe en Jesús de Nazaret. Son presas del pánico frente a la limpieza religiosa, pariente de la étnica, que emprende el grupo sunita. Los moradores de las casas, sujetos a la sharia (ley islámica), deben convertirse al islam o, en el mejor de los casos, huir para no ser decapitados, crucificados o fusilados; las mujeres corren el riesgo de ser violadas o humilladas. La religión vuelve a ser motivo de conflicto. En realidad, pocas veces ha dejado de serlo. El discurso político siempre procuró nutrirse de inspiración divina y (leer más)

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Luz, cámara, terror

El Estado Islámico, como antes Al-Qaeda, pone a occidentales contra occidentales en una guerra de imágenes y prédicas fríamente calculada En la película promocional “El sonido de las espadas”, un dron capta imágenes desde el cielo en la ciudad de Fallujah, Irak, y desciende a un infierno de sangre y fuego coronado por la cobardía, exhibida como valentía, de ejecutar con disparos en la nuca a enemigos desarmados, de rodillas y con las manos atadas, con el latiguillo “Dios es el más grande”. Los tildan de apóstatas. Mientras tanto, la bandera negra del Estado Islámico (EI) ondea en señal de victoria en el extremo superior izquierdo de la pantalla. Las escenas son espeluznantes. Procuran intimidar a los disidentes y reclutar mujahidines (combatientes) para la la jihad (guerra santa) en otros países. El terror y la mentira corren como pólvora en las redes sociales, utilizadas como vehículo de propaganda del EI. Los videos son editados como piezas de Hollywood. Están hablados en árabe con subtítulos en inglés o viceversa. En uno de ellos, la plegaria del (leer más)

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Mundo en guerra

Con aliados árabes, los Estados Unidos se han propuesto destruir al Estado Islámico, facción extremista que ha cometido atrocidades al apoderarse de territorios en Siria e Irak ¿Es la Tercera Guerra Mundial “por partes”, azuzada por intereses espurios como la codicia y permitida por la indiferencia? La definió de ese modo el papa Francisco durante una visita a los cementerios de Fogliano Redipuglia, al norte de Italia. Allí yacen miles de caídos durante la Primera Guerra Mundial, de la cual se cumple un siglo. Las partes, de ser corroborada la hipótesis del Santo Padre, se engarzan con afanes extremistas, nacionalistas e imperialistas, no exentos de atrocidades, en Siria, Irak, Libia, Gaza, Afganistán, Sudán del Sur, la República Centroafricana, Mali, Somalia y Ucrania. Son diez conflictos simultáneos, anudados entre sí. Los Estados Unidos armaron ahora una coalición de treinta países para destruir al Estado Islámico (EI). Esa banda terrorista, desmarcada de Al-Qaeda, se ha apoderado de vastos territorios en Siria e Irak y ha herido las pupilas de la humanidad con las decapitaciones de dos periodistas (leer más)

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Escocia: no, sí, ni

Más allá del resultado negativo del referéndum por la independencia del Reino Unido, buena parte de los escoceses dejó en claro que quiere vivir aparte En 1752, Inglaterra adoptó el calendario gregoriano. El jueves 14 de septiembre vino después del miércoles 2 de septiembre. En Escocia hubo disturbios. “¡Devuélvannos nuestros once días!”, gritaban. Ingleses y escoceses, unidos desde 1707, discrepaban por el tiempo. Dos y siglos y medio después, la disputa continuaba. Esta vez, por el afán de los ingleses en adelantar los relojes una hora durante todo el año, quitando una hora de luz por la mañana y sumándola por la tarde. De nuevo estallaron los escoceses, renuentes a dejarse convencer por jugadores de cricket, propietarios de tabernas, criadores de perros y ambientalistas interesados en ganarse la hora extra. Como Estado Independiente, Escocia se consolidó en las guerras de la independencia contra los anglos entre finales de siglo XIII y comienzos del siglo XIV. La batalla que más recuerdan los escoceses, la de Bannockburn, fue en 1314, hace justo 700 años. La fecha simbólica (leer más)