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Política

Venezuela va al quirófano

No pudo con su genio Hugo Chávez apenas supo que, como otros líderes de América latina, padecía cáncer. Les atribuyó a los Estados Unidos, en plan especulativo, haberles inducido la enfermedad, comparándola con los experimentos con sífilis en Guatemala durante la década del cuarenta, “y que nadie lo sepa y se descubra dentro de 50 años o no sé cuánto”. Ni en su peor dolencia repara el presidente bolivariano en su obsesión de sospechar de la mano negra del imperialismo yanqui. Más grave aún es que, urgido por otra intervención quirúrgica en Cuba, no haya delegado el poder en el vicepresidente e insista en gobernar vía satélite. Es la tercera operación en Cuba, donde también recibió tratamiento de quimioterapia. Desde junio de 2011, su estado de salud se mantiene como un secreto de Estado hasta que decide revelarlo. Su círculo íntimo, en el cual desconfía, siempre procura echar paños fríos por miedo a la represalia o la orfandad. En el horizonte asoman las presidenciales del 7 de octubre, clave para cumplir con su intención de (leer más)

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Cuando Santos viene marchando

Al rendir cuentas de su primer año y medio de gobierno, Juan Manuel Santos instó a comienzos de este mes a las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) a dejar de cometer fechorías: «La llave del diálogo está en mi bolsillo y no permitiremos que nadie juegue con ella”, martilló el presidente colombiano. En esos días, el ejército sufrió bajas en asaltos con fusiles y granadas y murieron civiles en ataques contra comisarías. No pudo ser peor la respuesta de la guerrilla más antigua del continente, deudora desde diciembre de 2011 de la liberación de seis militares que llevan 12 años en cautiverio. Transcurrió una década desde el final de la cesión del gobierno de Andrés Pastrana de un área desmilitarizada de 42.000 kilómetros cuadrados, el tamaño de Suiza, para entablar el diálogo. Fueron 37 meses entre enero de 1999 y febrero de 2002. Ese año, tras el fiasco, Álvaro Uribe estrenó la presidencia bajo el asedio de atentados contra su vida, los Estados Unidos y la Unión Europea incluyeron a las FARC en sus listas (leer más)

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El sueño americano vale una pesadilla

Sin reparar en crisis ni prohibiciones, el ansia de superación empuja a miles de mexicanos y centroamericanos a probar suerte en plan clandestino en los Estados Unidos. Cruzan el río como mojados o el desierto como braceros. En el azaroso derrotero, en el cual arriesgan la vida, pueden ser picados por animales, maltratados por sus compañeros de ruta, estafados por los coyotes (guías) o detenidos por la Patrulla Fronteriza, secundada por milicias civiles y, ahora, por el Pentágono. En la decisión de partir incide la búsqueda de trabajo para ayudar con remesas a sus parientes y, una vez radicados, instarlos a ir detrás de ellos. Nadie se va de casa por placer. En el camino, la violencia se ceba con los más débiles. Cada año, unos 20.000 migrantes centroamericanos son secuestrados por carteles de la droga, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México. Los usan como mulas (contrabandistas) o halcones (informantes). El viaje de América Central a la frontera de los Estados Unidos, señala Amnistía Internacional, es “uno de los más peligrosos del (leer más)

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Cambio de hábito en América latina

El amor eterno dura tres meses. No es broma. Lo comprobó Barack Obama después de asumir su cargo en enero de 2009. En la V Cumbre de las Américas, realizada en Trinidad y Tobago en abril de ese año, planteó el respeto, la responsabilidad y la asociación entre iguales como ejes en la relación con el continente. Era una versión mejorada del enfoque artificialmente amistoso de George W. Bush tras el fiasco del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La impronta de un presidente de otro partido y otra apariencia infundía esperanza de cambio en una región no ajena a un mundo sacudido por crisis y guerras. Ningún país recupera en los primeros cien días de un gobierno aquello que perdió en ocho años o más. En los setenta, los latinoamericanos creían que los Estados Unidos habían elegido a un presidente afín a ellos: John F. Kennedy era católico. Poco y nada compartieron con otros, excepto el origen mexicano de Columba, esposa de Jeb Bush, hermano del ex presidente. Logró seducirlos Bill Clinton (leer más)