Sociedad

Niña guerrillera, con FARC desde los 12, vive para contarlo

En el campamento, a la vera de las montañas del sur de Colombia, Martha González se levantaba a las 4.20 de la mañana, tomaba un tinto (café) y, si no tenía pendientes, arreglaba sus cosas. A las 6 servían el desayuno (chocolate y arepa). A las 12, el almuerzo (frijoles, arroz, arvejas y jugo de mora). A las 5 de la tarde, la cena. Y a las 8 se iba a dormir. De los camaradas, a los cuales comparaba con “mamá y papá”, recibía maquillaje y esmalte. “Los civiles no me llaman la atención, pero, por ser guerrillera, no dejo de ser mujer”, me explicó. Tenía 26 años en 2000. Había pasado más de la mitad de su vida en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Juraba Martha González, mientras sus compañeros iban y venían a nuestras espaldas con los fusiles en posición de siesta, que no tenía miedo. Que se sentía en casa. Que nada malo podía pasarle. “Ingresé en las FARC a los 12 años, después de que los militares asesinaron a (leer más)