Actualidad

La generación sin miedo

Les tocó a los chilenos dirimir una lucha entre extremos. No sólo ideológicos, sino también generacionales. La amplia victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta de las presidenciales, después de haber perdido por poco en la primera frente a José Antonio Kast, supone una vuelta de tuerca. En apariencia, más hacia el centro que hacia la izquierda pura y dura mientras el país se deshace con la reforma constitucional en marcha de los últimos jirones de la dictadura de Pinochet. ¿Deben celebrar el resultado los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba? Boric comulga más con la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, que con otros gobiernos de la región que presumen ser progresistas y defienden dictaduras. Le debe su apoyo en el momento decisivo a la expresidenta chilena, así como a otro expresidente, Ricardo Lagos, y a los partidos tradicionales que encarrilaron la transición democrática desde 1990. Los criticaba, pero, como diputado desde 2014, Boric sabe que resultarán vitales para obtener respaldo a sus proyectos en un Congreso fragmentado (leer más)

Política

El suicidio de Perú

Cuando terminó su labor como presidente de Perú en 1878, Manuel Justo Pardo y Lavalle viajó a Chile. Regresó al ser elegido senador. Mientras ingresaba en el recinto, Melchor Montoya, sargento de la guardia del Congreso, desenfundó y le disparó a quemarropa. El historiador italiano Tomás Caivano concluyó: “Fue algo más que el asesinato de un hombre: fue el asesinato de Perú”. ¿Fue el suicidio del expresidente Alan García el suicidio de Perú? El suicidio de un país del cual Mario Vargas Llosa no sabe, desde que escribió la novela Conversación en la Catedral a finales de los sesenta, en qué momento se jodió. No hubo un momento preciso. Desde la independencia en 1821, en medio de una guerra devastadora, la construcción de vías férreas y la explotación del guano de sus islas derivó en las primeras sospechas de corrupción. En casi dos siglos, el único presidente preso había sido Augusto Leguía, muerto en 1932 en el Panóptico, cárcel de Lima. La corrupción llevó a prisión al jefe de los servicios secretos de Alberto Fujimori, (leer más)