Economía

Temporada europea de divorcios

Cuando el Grupo de Visegrado cumplió 30 años, en febrero, pocos recordaron el compromiso de cooperación y de respeto a los derechos humanos de los mandatarios de Polonia, Lech Walesa; de Hungría, József Antal, y de la extinta Checoslovaquia, Václav Havel. Había caído la Unión Soviética. En 1991 nadie planteaba divorcios. Al contrario. Esa alianza, que debe su nombre a la ciudad húngara, asumió como meta la integración en la Unión Europea y en la OTAN. Los gobiernos de dos de los cuatro miembros actuales, Polonia y Hungría, no parecen estar tan seguros como antes. Otro, Eslovaquia, pasó a ser la excepción. Los partidos de la presidenta Zuzana Čaputová y del primer ministro Igor Matovič adhieren a la continuidad en el bloque de los 27. Si el Brexit resultó ser un golpazo para la Unión Europea, más allá de su inconsistente resultado para el Reino Unido, la deriva autoritaria de Polonia y de Hungría no deja de provocarle migraña al continente, así como las buenas migas de la República Checa, el cuatro miembro, con el (leer más)