Catalejo

Volver a los libros

Le pregunté a una estudiante universitaria de 27 años cuánto era ocho por siete. Me respondió que no sabía. ¿Para qué, en realidad? Podía consultarlo en la calculadora de su teléfono inteligente. Más inteligente que nosotros, supuse. Desde ese momento, a falta de un libro o de un periódico impreso en cada viaje más o menos largo en el transporte público, repaso mentalmente las tablas de multiplicar de atrás para adelante y viceversa. No sea que caiga en la ignorancia frente a una inquietud similar o, peor aún, que responda 87. En un mundo a golpes de tuits parece cumplirse la profecía de los gordos que viven sentados frente a las pantallas. Pasó a ser una rareza hacer cuentas en un papel, escribir a mano y leer impresos. La tecnología, eficaz en muchos aspectos, desplazó todo tipo de ejercicio mental. Una sociedad hiperdigital como la sueca decidió desechar los dispositivos electrónicos en preescolar, por más que sus niños obtengan mejores resultados en niveles de lectura que el promedio europeo. Entre 2016 y 2021, las autoridades (leer más)