Sociedad

El horror después del horror en Dallas

Por Jorge Elías Micah Johnson tenía 25 años de edad y una obsesión: matar policías blancos. Lo confesó en su página de Facebook antes de ser abatido con un explosivo detonado a control remoto. Había liquidado a cinco agentes del orden y herido a otros siete durante una protesta del colectivo Black Lives Matter (Las vidas negras importan) por el asesinato en Minnesota y Lousiana de dos ciudadanos afroamericanos como él a manos de policías blancos. El horror después del horror se desató en el centro de Dallas, Texas, cerca de Dealey Plaza, donde fue asesinado John F. Kennedy por un francotirador como Johnson, soldado en Afganistán. Dos años después de los disturbios en Ferguson, Misuri, por la muerte de Michael Brown, un muchacho de 18 años de edad que iba desarmado y perdió la vida por los disparos de un policía blanco, y apenas unas semanas después de la masacre de medio centenar de personas en Orlando, Florida, consumada por un trastornado que congeniaba con radicales islámicos contra una discoteca concurrida por la comunidad (leer más)

Sociedad

La ciudad de la furia

La violencia racial estalló en Baltimore, como antes en Ferguson y otras urbes de los Estados Unidos, por el asesinato de afroamericanos desarmados a manos de policías blancos Lo detuvieron el 12 de abril. Murió una semana después por una lesión en la columna vertebral. La habría sufrido mientras era arrestado o mientras era trasladado en el patrullero. Tenía 25 años de edad. Era afroamericano, como Michael Brown, de 18 años, asesinado por la policía en Ferguson, Misuri; Walter Scott de 50, baleado en North Charleston, Carolina del Sur, y Eric Garner, de 43 años, fallecido después de que un agente lo agarró del cuello en Staten Island, distrito de la ciudad de Nueva York. En Baltimore, Maryland, disturbios y saqueos coronaron el funeral de Freddie Gray. La ira popular, como antes en Ferguson, se adueñó de la calles. ¿Qué hubo detrás, más allá del reclamo de justicia frente a otro afroamericano desarmado que resultó asesinado por policías blancos en un país, marcado por el sueño de igualdad de Martin Luther King, que tiene un (leer más)

Política

Tiempos violentos

El atentado terrorista en Túnez delata la intención de los fundamentalistas de hacer descarrilar el proceso de democratización posterior a la Primavera Árabe La masacre terrorista en el museo tunecino del Bardo puso de nuevo en evidencia la fragilidad de los sistemas de seguridad. En este caso, los del único país del norte de África en el cual, durante la Primavera Árabe, prosperó la democracia tras la caída de una dictadura. El asesinato de una veintena de turistas a tiro de piedra de Europa ha sido reivindicado por el Estado Islámico (EI). Fue el atentado más grave desde la revolución de 2011. Tuvo un blanco preciso: el turismo extranjero, principal fuente de ingresos del país. Pone cuesta arriba la gestión del primer ministro Habib Essid, elegido en febrero de 2015 por la Asamblea de Representantes del Pueblo. Menos trascendencia adquirió casi a la misma hora la matanza de más de 150 personas en Saná, capital de Yemen, tras brutales ataques del grupo sunita EI contra mezquitas chiitas. Poca gente va de vacaciones a ese país. (leer más)