Política

Los demócratas buscan un salvavidas

Joe Biden trastabilló como aquel que va con los cordones desatados. Subió la apuesta cuando propuso adelantar el primer debate para las presidenciales del 5 de noviembre. Fracasó contra un rival invencible: los achaques propios de sus 81 años. Donald Trump, apenas tres años menor, procuró mostrarse en forma y desafiante con su hándicap de golf cual espejo de su capacidad física y, sobre todo, mental. Como señaló su sobrina, Mary Trump, miembro del equipo de campaña demócrata, “durante toda mi vida he sido testigo del narcisismo y la crueldad de mi tío”. Ni el tío ni el presidente se dieron la mano antes del cruce y después de él en Atlanta. Algo inusual en una contienda electoral de Estados Unidos, más allá del rencor de Trump por haber perdido en 2020. En ese momento, sobre todo durante los inéditos pataleos de los muchachos trumpistas en el Capitolio para evitar el 6 de enero de 2021 la certificación de la victoria de Biden, Trump no movió un dedo en la Casa Blanca mientras veía o (leer más)

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Trump se indulta a sí mismo

¿Qué podría salvar a Donald Trump de 400 años de cárcel si resulta culpable de los 37 cargos penales en su contra por retener ilegalmente documentos clasificados que, según el fiscal Jack Smith, habrían puesto en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos de haber sido revelados? Un indulto presidencial. ¿Y quién podría dictarlo? Él mismo si gana las primarias republicanas y, después, las generales de 2024. O, acaso, un mandatario de su signo político mientras sigue cosechando récords Guinnes. Como en abril, acusado de falsificar documentos para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels, Trump se declaró inocente ante la corte de Miami después de haberse llevado decenas de cajas de la Casa Blanca con archivos confidenciales cuando salió a regañadientes en enero de 2021. Las escondió en su casa de Mar-a-Lago, Florida, donde fueron recuperadas en un operativo sin precedente del FBI ordenado por el Departamento de Justicia. En este caso, después de haber sido condenado en mayo por un tribunal de Nueva York a pagarle cinco millones de dólares a (leer más)

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Otro asalto a la democracia

A dos años y dos días del asalto del Congreso de los Estados Unidos por seguidores de Donald Trump que no aceptaron la derrota en las elecciones de 2020, miles de partidarios de Jair Bolsonaro invadieron y destrozaron las sedes de los tres poderes de Brasil en rechazo al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Una turba descontrolada arribó a la capital en decenas de ómnibus previamente contratados con el fin de deslegitimar la victoria de Lula en la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre, por ajustada que haya sido. Contó con la pasividad de la Policía Militar de Brasilia. Los ataques contra el Congreso, el Palacio de Planalto y el Supremo Tribunal Federal tuvieron como objetivo exigir una intervención militar para echar a Lula, presidente por tercera vez desde el 1 de enero. ¿Fue un conato de golpe de Estado, un acto terrorista o una insurrección? Los facciosos marcharon desde el Cuartel General del Ejército, donde permanecían acampados, a nueve kilómetros de la Plaza de los Tres Poderes, ideada por (leer más)