El capital humano
Un ejecutivo de Los Ángeles le encargó a un joyero de Nueva York una pulsera para su esposa. Debía recibirla al día siguiente. Era su aniversario de bodas. Al día siguiente arribó a su oficina el repartidor de una compañía privada de transporte de paquetes. No figuraba en sus registros el envío de Nueva York. El ejecutivo no podía entenderlo. “Dejar pasar el aniversario de bodas puede ser un error más grave que no entregar lo necesario para la cadena de suministros de un cliente”, pensó. El repartidor notó su fastidio. Había terminado su turno. Una hora después seguía hablando por teléfono. El paquete con la pulsera para la esposa del ejecutivo había quedado varado por un problema burocrático en la bodega de la compañía en Los Ángeles. Tras rastrearlo, el repartidor programó una visita especial para entregárselo esa misma tarde. Le dio al ejecutivo su número de teléfono móvil y el de su supervisor. El ejecutivo suspiró, aliviado. A las cinco de la tarde recibió, finalmente, el paquete con su preciado contenido. Al ver (leer más)