La bronca peruana no afloja

Cinco días después del final del gobierno de Boluarte, el nuevo presidente enfrentó masivas protestas contra su breve gestión




Lima: un muerto y más de 100 heridos
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La marcha de la bronca continúa en el Perú. La destitución de la anterior presidenta, Dina Boluarte, y la inmediata investidura de José Jerí, lejos estuvieron de calmar los ánimos. En apenas cinco días, las calles volvieron a arder con protestas que dejaron un muerto, y 88 policías y 32 civiles heridos. El fallecido por un disparo de la policía durante los disturbios en Lima resultó ser el cantante de hip hop Eduardo Ruiz, de 32 años, conocido como Truko. La crisis, después de apilar siete presidentes en siete años, no tiene fin aparente con elecciones en abril de 2026 y la asunción de un nuevo mandatario tres meses después. Una eternidad en medio del caos.

La generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) encendió la mecha de los reclamos hace un mes contra una ley que obligaba a los jóvenes a hacer mayores aportes para las pensiones, lo cual reducía sus magros ingresos. El Congreso derogó la norma en cuestión, pero, como en otras latitudes, el descontento contra los políticos, con la bandera pirata del manga y anime One Piece en alto, dejó de ser puntual. Del Himalaya a los Andes, tras el derrocamiento por un golpe militar del presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, ensalzaron la insatisfacción. Correlato de las caídas de los regímenes de Sri Lanka en 2022, Bangladesh en 2024 y Nepal en 2025.

Malhumor que, como en el Perú, Indonesia, Filipinas, Marruecos y otros confines, excede a la primera generación que creció en la era de internet. “El descontento está, al menos en parte, ligado a la frustración con los líderes políticos”, dice el informe People around the world want political change, but many doubt it can happen, del Pew Research Center. Traducción: personas de todo el mundo quieren un cambio político, pero muchos dudan que pueda suceder. O temen que termine siendo negativo, algo así como un efecto bumerán. Si en 2024 la demanda era por una mejora económica, la de 2025 apunta a una mejora política.

Boluarte, la primera mujer en ocupar la presidencia, corrió la misma suerte que todos sus predecesores desde 2018: fue destituida por el Congreso

Cuatro de cada 10 consultados en 25 países (entre ellos, Argentina) dicen que “pocos o ninguno de sus funcionarios electos son honestos, éticos, están bien calificados, comprenden las necesidades de la gente común o están enfocados en los problemas más importantes del país”. Casi la mitad, el 47%, supone que son deshonestos. Las condenas superan a los elogios. Un síntoma del malestar que, como en el Perú y otras latitudes, estalla con mecha corta en algún momento.

O, al menos, requiere terapia, como lo demuestra el estudio State of the World’s Emotional Health 2025 (Estado de la salud emocional del mundo 2025), de Gallup, realizado en 144 países: “En 2024, el 39% de los adultos en todo el mundo informó que se sentía preocupado y el 37% dijo que se sentía estresado. Los informes de tristeza (26%), ira (22%) y dolor físico (32%) siguen siendo generalizados. Todos son más altos que hace una década”. Síntomas individuales que coinciden en un mundo de creciente desigualdad, incertidumbre económica, corrupción y nepotismo de muchos líderes.

En el Perú, Boluarte, la primera mujer en ocupar la presidencia, corrió la misma suerte que todos sus predecesores desde 2018: fue destituida por el Congreso. La vacancia por «permanente incapacidad moral» selló el final de su mandato, iniciado tras el fallido autogolpe del expresidente Pedro Castillo en 2022. Un abrumador rechazo popular y una ola de escándalos sellaron su final, así como el comienzo de la gestión de Jerí, acusado de violación por una mujer en enero de 2025. La causa fue archivada, pero perdura en la memoria colectiva. La quema de un violín frente al Congreso fue un mensaje directo. Violín, en el léxico popular peruano, significa violador.

Jorge Elías



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