
Hagan lo que digo y lo que hago
Una escalera mecánica que se detuvo a mitad de camino y un teleprompter defectuoso resultaron ser, para Donald Trump, sinónimos de la ineficacia de la ONU. Fue el primer discurso de su segundo mandato ante la Asamblea General. Duró casi cuatro veces más que el tiempo asignado: 55 minutos. Nadie osó tocar el botón rojo para interrumpirlo ni para explicarle que los problemas técnicos del organismo, tanto en Nueva York como en Ginebra, se deben a la crisis de liquidez por los retrasos en los aportes de los donantes. Entre ellos, el principal: Estados Unidos, casualmente. En esa rara carambola de incidentes, Trump halló música y letra para criticar a la ONU dentro de la ONU. Una forma de dinamitarla, cual caballo de Troya. También cargó contra «el engaño del orden global», llamó al cambio climático «la mayor estafa del mundo», defendió «el carbón limpio y bonito» en desmedro de las energías renovables y dejó dicho que «todo lo verde está en bancarrota». Un auditorio atónito hilvanó cada palabra como un latigazo contra el sentido (leer más)