Con el agua al cuello
Por Jorge Elías En 65 millones cifró el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, el éxodo de refugiados y desplazados. Es la mayor catástrofe humanitaria desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Sólo en los primeros siete meses de 2016 han muerto 3.176 personas en su afán de cruzar el mar Mediterráneo en barcazas precarias, huyendo de los conflictos armados en Medio Oriente, el norte de África y el sur de Asia, según la Organización Mundial de las Migraciones (OMI). En el mundo han muerto en total 4.027 migrantes en circunstancias similares. La desesperación no conoce el miedo. O, quizá, prefiere ignorarlo. La curva sigue en ascenso. ¿Quién será la próxima víctima? A este paso, mientras muchos líderes europeos miran al costado o levantan muros, nadie lo sabe. La tasa de mortalidad por naufragios y, en menor medida, por reyertas en embarcaciones clandestinas cuyo boleto cuesta miles de euros se ha disparado. El tramo más letal del Mediterráneo es el canal de Sicilia, entre Libia y la isla (leer más)