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El idioma de la integración

En 2013, el mundo giró la vista hacia una pequeña isla del sur de Italia, Lampedusa. Ese año, el de su consagración como Papa, Francisco clamó allí, en una de sus primeras salidas del Vaticano, contra “la globalización de la indiferencia”. Clamó por la integración en desmedro de la exclusión. Habían muerto ahogadas cientos de personas, en su mayoría eritreos y somalíes, a los pies de Europa. ¿Cómo vencer la indiferencia? La respuesta, en caso de que los refugiados y migrantes arriben a destino después de sortear infinidad de dificultades no exentas de peligro, comienza con la integración por medio de la lengua. Una barrera que, superado el primer obstáculo, resulta imprescindible para conocer la cultura del país y contribuir a ella. Sobre ese tema versó el primer encuentro internacional sobre enseñanza de lenguas a refugiados y migrantes, Lenguas para la resiliencia, organizado por el British Council en la residencia del embajador británico en Buenos Aires, Mark Kent. Se trata de hacer frente a la peor crisis humanitaria desde el final de la Segunda Guerra (leer más)