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La excepcionalidad de Suecia

Decenas de países ordenaron el estricto confinamiento de sus ciudadanos para contener la pandemia. No es el caso de Suecia, más allá de las recomendaciones de distancia social. No cerraron las escuelas ni los bares ni los restaurantes ni los gimnasios. Un caso excepcional, criticado por el presidente argentino, Alberto Fernández, y reprochado por sus vecinos Finlandia, Dinamarca y Noruega, como observa desde Gotemburgo, la segunda ciudad sueca, el periodista Guillermo García, miembro consultor y secretario de comunicación del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). El primer ministro sueco, Stefan Löfven, defiende con énfasis la continuidad de la actividad económica. Como Donald Trump, al margen de las diferencias entre ambos. En Estados Unidos, cuenta el analista internacional Jorge Castro, el gobierno aplicó la Ley de Producción para la Defensa. Esa norma, prevista para tiempos de guerra, llevó a General Motors a reconvertir su planta de Kokomo, Indiana, en una fábrica de ventiladores. Lo mismo hizo Ford, asociada con General Electric. Por lo pronto, México recibió las primeras unidades y está por abrirse la exportación (leer más)