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Cuba justifica la invasión rusa

En las protestas masivas del 11 de julio de 2021, muchos cubanos exigieron comida, medicamentos y vacunas, pero también reclamaron libertad. Es decir, el final de la dictadura. El régimen de Miguel Díaz-Canel emprendió una brutal ola represiva que no cesa, afirma María Matienzo, escritora y periodista de Cubanet, desde La Habana, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. La dictadura descafeinó las protestas con el rótulo de “disturbios a escala muy limitada” protagonizados por “mercenarios”, “vándalos” y “revolucionarios confundidos” como consecuencia del “bloqueo” económico y de “las operaciones comunicacionales” de Estados Unidos. Resume Matienzo: “Ha quedado mucho terror y, como esto es una isla, no hay para dónde correr”. “Las madres accedieron a sus hijos en la medida en que fueron sanando de las golpizas que recibieron”. “Cualquier cosa que se pueda hacer en función de un cambio democrático puede ser criminalizado”. “El artículo 103 habla de privación de libertad de hasta 10 años por ejercer el periodismo”. Desde el 24 de febrero de 2022, cuando estalló la guerra de Rusia contra (leer más)

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La región más hostil del planeta

Durante las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus, algunos gobiernos dictaron medidas autoritarias. El pretexto era hacer cumplir las normas, dirigidas a inhibir la circulación, restringir las libertades de expresión y de reunión e instrumentar políticas de seguridad militarizadas. En resumen, “América Latina se ha convertido en la región más hostil del planeta”. Lo confirma Gerardo Berthin, vicepresidente de Programas Internacionales de Freedom House, en una entrevista con Cuarto de Hora, por CADAL TV, a la luz del informe Defendiendo a los defensores y activistas de los derechos humanos y de la democracia en América Latina, de esa organización. “Los gobiernos autoritarios no llegan de la noche a la mañana”, señala Berthin, con 20 años de experiencia trabajando en gobernabilidad democrática, lucha contra la corrupción, derechos humanos y fortalecimiento de la sociedad civil en más de 40 países. Los defensores de los derechos humanos, forzados muchas veces a emigrar por razones de seguridad, no reciben el trato que merecen en los países receptores. En los últimos años ha habido dos grandes flujos: los venezolanos (leer más)

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El desapego de los derechos humanos

El apoyo de Argentina a la troika de las tiranías, Cuba, Nicaragua y Venezuela, no sólo deja entrever la afinidad ideológica, quizá como modelo de los atropellos en la provincia de Formosa denunciados por la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, sino también la injerencia de Rusia y China, soportes económicos de esos regímenes. “Nos falta diálogo”, evalúa Jorge Faurie, exministro de Relaciones Exteriores y precandidato a diputado nacional, porque “Argentina no quiere vínculos con el mundo”. La política exterior argentina, agrega, “no tiene capacidad de adaptación a un mundo que está cambiando”. El gobierno de Alberto Fernández declama la supuesta defensa de los derechos humanos sin intromisión en los asuntos internos de otros países. De ese pilar, el de los derechos humanos, se apropió la coalición de gobierno como si sus dirigentes y sus militantes hubieran sentado en el banquillo a las juntas militares. Mérito de Raúl Alfonsín, en todo caso. No de Néstor Kirchner por haber descolgado el cuadro de Jorge Rafael Videla en el Colegio Militar de (leer más)

Actualidad

Lo peor de cada casa

El legislador demócrata Tip O’Neill, presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, acuñó una frase que terminó siendo el título de un libro de su autoría y una regla de la política norteamericana: All Politics Is Local (Toda política es local). Tan local es la política que define no sólo el interés nacional, sino también la proyección internacional. En Argentina, donde efectivamente toda política es local, las decisiones y los pronunciamientos del presidente Alberto Fernández parecen estar dirigidos al núcleo duro de su coalición de gobierno en desmedro, en ocasiones, de países clave para resolver problemas crónicos, como la deuda externa. La bandera de los derechos humanos, cual moneda de cambio, flamea según la dirección del viento. La abstención en la Organización de los Estados Americanos (OEA) frente a la resolución de condena del régimen autocrático de Daniel Ortega, en Nicaragua, echa luz sobre la dimensión de la política local. Pudo tratarse de una maniobra política con el guiño del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para incomodar al secretario general de (leer más)

Política

¿Naciones Unidas?

En secreto, como si estuviera en falta, el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, asumió su sexto mandato. Juró «servir al pueblo de la República de Bielorrusia, respetar y proteger los derechos y libertades de las personas y los ciudadanos». Una ironía, casi, después de 26 años en el cargo y de la brutal represión de las protestas tras las elecciones del 9 de agosto. Quizá como el primer golpe de Estado durante la pandemia. El de Mali, apoyado por la población tras dos meses de concentraciones multitudinarias contra el régimen de Ibrahim Bouabakar Keita, alias IBK. ¿Naciones Unidas? Naciones Unidas expresó su “gran preocupación por las denuncias de tortura y otros tratos crueles e inhumanos a las personas detenidas” en Bielorrusia, cuyo gobierno no ha sido reconocido por la Unión Europea, y abogar por la paz en Mali, África. ¿Qué más podía hacer frente al atropello del régimen de Lukashenko después de renovar su mandato en elecciones no supervisadas por ningún organismo internacional bajo el padrinazgo de Rusia, miembro permanente del Consejo de Seguridad con (leer más)