Política

Doble vara con los narcos

Y uno se pregunta: ¿hay narcos buenos y narcos malos? Es igual con las dictaduras: ¿las hay buenas y las hay malas? Son narcos y dictaduras a secas. Así como no existe el embarazo a medias, tampoco caben las vacilaciones en esos casos. El dictador nicaragüense Anastasio Somoza “puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Le atribuyen esa frase a Franklin D. Roosevelt. Pertenece, en realidad, a su secretario de Estado, Cordell Hull. En esos tiempos, Estados Unidos premiaba el anticomunismo, cual estigma de la Guerra Fría, a pesar del virtual elogio para regímenes represivos y corruptos. De contradicciones está plagada la historia. En América Latina y el Caribe, la supuesta izquierda enrolada en el capitalismo de amigos del socialismo del siglo XXI aborrece el legado de las dictaduras militares, pero convalida con vítores o silencios las violaciones de los derechos humanos en Venezuela y Nicaragua, sucursales de Cuba, la casa matriz. Para el régimen fraudulento de Nicolás Maduro, cobijado por esa facción, pesa ahora no sólo el mote de (leer más)

Política

El bumerán de la negación

La negación tiene un precio. El de exponerse a padecer aquello que uno no quiere o no puede admitir. En Brasil, el coronavirus mató a más de 65.000 personas. Su presidente, Jair Bolsonaro, desdeñó desde el comienzo el impacto devastador de la pandemia. Una gripezinha. Un resfriadinho. Algo peor que, en plan de no sembrar pánico y de promover el contagio controlado para lograr la llamada inmunidad del rebaño, llevó a “lidiar con un escenario” comparado con la muerte de Stalin al primer ministro británico, Boris Johnson, según sus propias palabras, o al confinamiento forzoso del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, otro autócrata. El bumerán de la negación golpeó la quijada de Bolsonaro. Le dio positivo el test. Nada que temer, dejó entrever, gracias a la hidroxicloroquina. Un antipalúdico descartado después de varios ensayos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Donald Trump dejó de tomarlo. La receta de Bolsonaro, sin pruebas científicas, supuso la renuncia de dos ministros de Salud en menos de un mes, los médicos Henrique Mandetta y Nelson Teich, (leer más)