Actualidad

A-1, hundido

Con un ataque en aguas internacionales contra una lancha que supuestamente transportaba drogas, Donald Trump dio el pistoletazo de salida (starting shot, en su léxico) contra el régimen de Nicolás Maduro. La nave había partido de Venezuela. Iba a Estados Unidos. Murieron 11 personas. Pertenecían, según Trump, al cártel Tren de Aragua, nacido hace más de una década en una prisión del Estado homónimo del centro de Venezuela. La pandilla en cuestión operaría al mando de Maduro, según el gobierno norteamericano, a pesar de una evaluación rebatida por su propia inteligencia. Maduro, mientras tanto, estaba dándose un baño de masas o de “amor patriótico”, como señaló un meloso presentador de la televisión de su país. Caminaba con su mujer, Cilia Flores, por las calles del barrio de su infancia. El envío de buques norteamericanos a aguas de Venezuela para frenar el narcotráfico se vio ahora coronado por la primera acción concreta. La acusación de Trump iba contra el Cártel de los Soles, presuntamente dirigido por Maduro y respaldado por «individuos venezolanos de alto rango». Lo (leer más)

Política

Presidentes, hijos y entrenados

A menudo los hijos se nos parecen, canta Serrat, pero no siempre nos dan satisfacciones. El primer presidente de izquierda de la historia de Colombia, Gustavo Petro, cumplió su primer año de gobierno envuelto en un escándalo que involucra a su hijo mayor, Nicolás Petro Burgos, el único que ha seguido sus pasos políticos. Petro Burgos, diputado de la Asamblea Departamental del Atlántico, el más rico del Caribe, está en prisión domiciliaria después de haber sido detenido por enriquecimiento ilícito y lavado de activos. La trama involucra a su exesposa, Day Vásquez, también arrestada, y a narcotraficantes. No se trata de un caso excepcional. Como no todo se resuelve en familia, el presidente Petro enfrenta las sospechas de la Fiscalía General de Colombia sobre el financiamiento ilegal de la campaña de 2022. Está en duda si utilizó dinero de procedencia dudosa y si se excedió en los gastos permitidos. Antes del arresto de su hijo, Armando Benedetti, exjefe de su campaña, exembajador en Venezuela y expresidente del Senado, había insinuado en audios que cobraron estado (leer más)

Actualidad

La propaganda del siglo XXI

Umberto Eco llamó populismo mediático a una rutina de Silvio Berlusconi cuando estaba al frente del gobierno de Italia: anunciaba sus proyectos por televisión para evaluarlos en sondeos de opinión antes de enviarlos al Congreso. Con esa fórmula se ahorraba el disgusto de un rechazo, así como una muestra de debilidad política. Berlusconi, dueño de un imperio de medios de comunicación, movía los hilos a su antojo e inspiró a autócratas de derecha y de izquierda. En América Latina, Hugo Chávez fue un poco más allá con su Aló Presidente. En el programa, emitido por la televisión estatal de Venezuela, tendió un puente hacia la gente. Logró su cometido: concentrar a los otros poderes del Estado en un puño, el suyo, base del desteñido socialismo del siglo XXI. Hablaba, cantaba, hablaba, protestaba, hablaba, reía, hablaba, hablaba y hablaba durante tres horas o más. Prescindía de ese modo de situaciones incómodas en terrenos peligrosos en los cuales no se sentía el dueño de la palabra. En breves intervalos, rodeado de guardaespaldas, picoteaba su plato favorito, arepas (leer más)