Actualidad

Los piratas del Caribe

Antes de soltar amarras hacia el Caribe con un portaviones descomunal frente a las costas de Venezuela, el gobierno de Donald Trump había dejado entrever que en su segundo mandato iba a combinar en el vecindario algo así como nostalgia soberana con cartografía creativa. Con un discurso de tiempos en los cuales los imperios se anunciaban a cañonazos y los mapas se corregían según los estados de ánimo, Trump prometió recuperar el Canal de Panamá, convertir a Canadá en el Estado número 51 de Estados Unidos y comprar Groenlandia. El Golfo de México, en su léxico, pasó a llamarse Golfo de América. Nada de eso ocurrió. En todos los casos, Trump aplicó el arte de la provocación, más habitual en los negocios que en la política o, menos aún, en la diplomacia. Luego iba a caer como un rayo el aviso de aranceles y represalias contra Brasil por la presunta persecución judicial o “caza de brujas” del expresidente Jair Bolsonaro, un aliado condenado por el intento de impedir la investidura de Luiz Inácio Lula da (leer más)