Economía

China conquista América

La presunta crisis terminal del capitalismo, mil veces declamada y celebrada por presidentes de países de América latina que no dejan de ser capitalistas a pesar de su retórica anticapitalista, no parece entusiasmar a China. En el gigante asiático, uno de los pocos que se jacta de su sistema comunista, las fortunas de la nieta del padre de la Revolución Cultural, Mao Tse-tung, y de otros millonarios dignos de la revista Forbes crecen en forma impúdica, ahondando la desigualdad. De cada viaje a Pekín y Shanghai regreso con la impresión de haber visto el lujo y la miseria, pocas veces el término medio, en el país más poblado del planeta. En parte, China es más capitalista que los Estados Unidos, Europa y algunos de sus vecinos asiáticos, como Japón y Corea del Sur. La idiosincrasia y la geografía configuraron un país milenario que siempre actuó a la defensiva, actitud plasmada en las artes marciales y en la Gran Muralla. Su autoproclamado “ascenso pacífico” se ve acompañado ahora de la incursión diplomática y económica en dominios (leer más)

Política

Sobre héroes y tumbas (Segunda y última parte)

En la frontera entre las dos Coreas están prohibidos los jeans, las zapatillas y la ropa de color verde. Del lado de Corea del Sur hay un parque de diversiones. Es un adorno. No funciona. Más allá, al final de un territorio que culebrea entre alambres de púas y minas antipersonales, está “el puente del no retorno”. Es de madera, endeble en apariencia, pero encierra en su nombre la fortaleza de una amenaza para aquel que se atreva a poner un pie en él: “Te disparan o te capturan”, me dijo un mayor del ejército norteamericano de apellido Andersen, guía eventual en el azaroso derrotero hasta donde nos dejaran los norcoreanos. En ese límite difuso, a diferencia de otros sacudidos por guerras, los soldados de ambos bandos se ven las caras. Los surcoreanos permanecen de pie, con los puños hacia adelante a la altura de la cintura, estáticos, mostrando medio cuerpo; usan gafas espejadas para no responder a las provocaciones. Los norcoreanos, como me dijo Stephen Oertnig, funcionario civil de la ONU, “se lustran los borceguíes (leer más)

Política

Sobre héroes y tumbas (Primera parte)

El funeral de Kim Jong-il dejó a todo el mundo de piedra por su pomposidad. El Querido Líder, muerto el 17 de diciembre de 2011, no era el presidente de la República Popular Democrática de Corea. Tampoco lo es su hijo, Kim Jong-un, El Brillante Camarada. El régimen comunista reconoce como presidente eterno a Kim Il-sung, El Gran Líder, fallecido en 1994. Así como el difunto es el único que puede ocupar el cargo aunque no respire, su país sigue en guerra contra Corea del Sur. El conflicto por el cual se dividió la península dejó dos millones de bajas. Duró tres años. Terminó en 1953 con un armisticio, no con un tratado de paz. En Corea del Norte, cada mañana, temprano, las sirenas preludian que «la revolución es un deber cotidiano» e instan a la gente a «construir un Estado socialista poderoso». La comida y la suerte de 25 millones de personas dependen de la caridad ajena. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) mantiene la tregua en la frontera más militarizada y extraña (leer más)

Política

Corea deja de jugar con fuego

En 2007, a sus 65 años, Kim Jong-il concedió a la población de Corea del Norte, por primera vez en su historia, cinco días de vacaciones en honor a sí mismo y a su difunto padre,Kim Il-sung. En un colosal derroche de generosidad, El Querido Líder hizo repartir a cada familia, en el día de su cumpleaños, medio litro de aceite, un kilo de azúcar, cinco huevos y una botella de licor al son de la marcha “Mi felicidad está en el pecho del respetado general”. El país más cerrado del planeta, varado en el comunismo, dilapida un tercio del presupuesto en gastos militares. El sustento de sus 24 millones de habitantes depende de la caridad ajena. En Corea del Norte rige la Idea Juche, mezcla de nacionalismo y estalinismo enhebrada como una filosofía patriótica que sojuzga las mentes y los corazones de su gente, condenada a la hambruna.Kim Jong-il, aupado como su padre y su hijo por China, se pavoneaba en el regalo que se hizo a sí mismo: un Mercedes Benz con la (leer más)