Cárcel o exilio, el dilema de los artistas cubanos independientes

Brian Schapira, que participó de la confección de un informe sobre la represión de artistas en Cuba, dice en el programa Cuarto de Hora que existe un patrón de persecución permanente




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El Parlamento unicameral de Cuba, la Asamblea Nacional del Poder Popular, aprobó un nuevo Código Penal que refuerza las condenas para ciertos delitos. Encubre un aumento de las restricciones de las libertades en un país cuyos tribunales militares juzgan a los civiles. Es una de las críticas del Comité contra la Tortura de la ONU (CAT). El organismo, integrado por los 173 países que ratificaron la Convención contra la Tortura, recibió 13.000 denuncias de malos tratos desde 2012.

Brian Schapira, director de Relaciones Institucionales de CADAL, participó de la elaboración de un informe alternativo o sombra. Su título: Persecución, represión y encarcelamientos arbitrarios violatorios de la Convención contra la comunidad artística independiente de Cuba. Lo presentó CADAL con la organización danesa Freemuse y The International Institute on Race, Equality and Human Rights, de Washington.

El nuevo Código Penal pretende acallar las voces críticas tras las protestas masivas del 11 de julio de 2021

“Cuando los artistas disidentes, periodistas y defensores de los derechos humanos tienen visibilidad, el régimen cubano les dice cárcel o exilio”, afirma Schapira en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV.

El nuevo Código Penal de Cuba está dirigido a apretar aún más las clavijas. Pretende acallar las voces críticas tras las protestas masivas del 11 de julio de 2021. El régimen de Miguel Díaz-Canel procura blindarse después de los arrestos y de los juicios de opositores. Las sentencias sumarias alcanzan hasta los 20 años de prisión bajo la figura de sedición.

Como dice Schapira, “hay un patrón de persecución permanente bajo distintas metodologías sistemáticas que caen en la definición de tratos crueles, inhumanos y degradantes y, en algunos casos, de tortura”.

En noviembre de 2020, el Movimiento San Isidro congregó a 200 artistas, intelectuales y activistas frente al Ministerio de Cultura de Cuba. Protestaban contra el desalojo de jóvenes que habían hecho una huelga de hambre por el rapero Denis Solís, condenado a nueve meses de cárcel por desacato.

Su caso, reflejo entre otros de la violación de los derechos humanos, fue expuesto en el CAT por Sebastian Touze, vicepresidente y correlator por Cuba. En su discurso urgió a la dictadura a no dejarlo en el olvido. También criticó la descalificación de los activistas, los periodistas y los artistas. Sus familiares son blancos de amenazas, agresiones, detenciones arbitrarias, encarcelamiento, confiscaciones y otras represalias.

Dirección: Gabriel Salvia

Producción: Lisette Kugler