No soy monedita de oro pa’ caerles bien a todos
Las diferencias entre el rey y Chávez resumieron las dificultades que tienen España y la región para vincularse entre sí Al son de una ranchera, Hugo Chávez insinuó apenas arribó a Santiago, Chile, sede de la XVII Cumbre Iberoamericana, que algo tramaba: “No soy monedita de oro / pa’ caerles bien a todos; / así nací y así soy, / si no me quieren, ni modo”, desafinó. Iba a ser la primera gota de una lluvia de agravios e indiscreciones que pretendió que fueran divertidos, pero que, en realidad, no causaron gracia a nadie. En Venezuela, la inminente reforma constitucional, pasaporte para su reelección indefinida y otras delicias del socialismo del siglo XXI, había dejado un tendal de heridos entre estudiantes universitarios que se lanzaron a rechazarla en las calles. Lejos de reparar en ello, cada vez más encerrado en su laberinto, Chávez creyó que el foro iberoamericano era algo así como una reunión de consorcio. Le dijo a su par brasileño: “Lula, ahora que eres un magnate petrolero, ¿por qué no te animas con (leer más)