Se partió en Nicaragua otro hierro caliente
La reforma del sistema de pensiones de Nicaragua, decretada por el 16 de abril por el presidente Daniel Ortega y publicada dos días después en el diario oficial La Gaceta desató la ira. En particular, la de los estudiantes, puntales de las protestas que, con el correr de los días y de los muertos, contaron con un apoyo inesperado. El de los empresarios, aupados desde 2007 por el gobierno que Ortega comparte con su mujer, Rosario Murillo, vicepresidenta, primera dama y vocera. El decreto en cuestión habilitaba al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) a aumentar los aportes patronales y de los trabajadores y a reducir los ingresos de los jubilados. Ortega revocó unos días después la medida frente a la ola de malestar y de saqueos que provocó. Habían quedado en el camino los primeros 27 muertos. Entre ellos, el periodista Ángel Gahona. La lista de víctimas fatales de la represión supera ahora los 120, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh). Las protestas continuaron. No por la reforma del sistema de pensiones, sino (leer más)