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¿Qué salió mal en Madrid?

España encabeza la segunda ola del coronavirus en Europa, más allá de que nunca haya terminado la primera. Muchos critican la gestión del gobierno de Pedro Sánchez (PSOE), así como la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), renuente al confinamiento de la población hasta que decidió restringir la movilidad en 37 barrios, luego en ocho más, y, como cuenta desde el barrio madrileño de Chamberí la periodista Silvina Ajmat, pedir apoyo militar y policial para ayudar con las medidas sanitarias. Socialistas y conservadores enfrentados mientras el ministro de Sanidad de España, Salvador Illa, emplaza a Díaz Ayuso para aprobar el confinamiento de toda la ciudad. Las porosas fronteras de la Madrid llevaron a las comunidades vecinas a hablar de una “bomba vírica” ¿Qué salió mal? En principio, Díaz Ayuso fue dando pasos por detrás de la mayoría de las autonomías cuando la pandemia, merced a las vacaciones de verano, parecía haber cedido después del estado de alarma. Díaz Ayuso puso sobre la balanza el impacto económico que hubiera tenido (leer más)

Otras voces

Greta Thunberg y el debate del cambio climático

Greta Thunberg es una activista sueca de tan solo 17 años que se ha hecho famosa mundialmente por sus intervenciones públicas en las que, de un modo excesivamente directo, tacha a la ciudadanía mundial y a la sociedad de consumo como los principales causantes del cambio climático e insta a que optemos por cambiar nuestros hábitos para que el planeta siga siendo un lugar habitable y lleno de diversidad. Greta saltó a la fama cuando, con 15 años, dejó de ir a clase para protestar frente al Parlamento de Suecia días antes de las elecciones generales con una pancarta en la que rezaba “Huelga escolar por el clima”. Desde entonces su ascenso ha sido meteórico y se ha convertido en una de las figuras más representativas de la lucha contra el cambio climático. Tras aparecer en Madrid en la Cumbre del Clima de diciembre de 2019, la activista ha dado un paso a un lado para no absorber tanto protagonismo y ceder el espacio necesario a personas cualificadas como científicos y líderes políticos de las (leer más)

Otras voces

¿Cuántas emergencias climáticas hacen falta?

El Consejo de Ministros aprobó en enero el acuerdo de Declaración ante la Emergencia Climática y Ambiental en España, mientras que el Congreso de los Diputados lo hizo en septiembre del año pasado. Ambas instituciones se suman al creciente número de administraciones públicas de todo el mundo –el Parlamento Europeo, gobiernos de estados y regionales, ayuntamientos, etcétera– así como instituciones de todo tipo, entre ellas universidades, que aprobaron en 2019 declaraciones de emergencia climática. La ciudad de Darebin, en Australia, había sido la primera en hacerlo, a finales de 2016. En España, los ayuntamientos de Barcelona y Madrid, así como el Parlamento de Canarias se han unido a la iniciativa. Las universidades de Barcelona y la Complutense de Madrid, entre otras, también se han adherido a la declaración de emergencia climática. Han sido mayoritariamente declaraciones formales surgidas al calor de las manifestaciones del activismo juvenil contra el cambio climático, de acciones de grupos ecologistas y de manifiestos científicos. ¿Qué implica una emergencia climática? Una declaración de emergencia exige, por el propio significado del término, que (leer más)

Cultura

El juguete rabioso

En manos de políticos, Twitter puede ser un arma de doble filo: a diario se comparten millones de mensajes en los que los impulsos y la instantaneidad marcan una tendencia de la cual pueden arrepentirse en el futuro En 2011, cuando aún no sabía que iba a ser concejal por Ahora Madrid, Guillermo Zapata tecleó en Twitter un chiste tan desagradable como ofensivo contra los judíos y otro contra una periodista que había perdido sus piernas en un atentado de la banda terrorista ETA. Las injurias, más que burlas, le costaron cuatro años después el cargo de concejal de Cultura al que iba a ser nombrado por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y una catarata de disculpas. Zapata renunció al cargo de concejal de Cultura, no al de concejal del distrito. En el ínterin, amonestado por varios usuarios de la red, se apresuró a borrar los polémicos tuits y, finalmente, cerrar su cuenta. El episodio pudo haber concluido de ese modo, por indecoroso que haya sido, pero otros concejales madrileños se precipitaron a imitar (leer más)