Todos contra todos
Con mayor presencia de los Estados y Rusia en la guerra contra el Estado Islámico, Siria se ha convertido en el escenario de combate de ambas potencias Tarde o temprano, Rusia iba a intervenir en la guerra civil de Siria. No por amor, sino por temor. Temor de perder el puerto de Tartus, su único acceso al mar Mediterráneo. Con el aumento de su dotación en esa base naval y de la participación militar en el país, el presidente Vladimir Putin exhibe su músculo frente a Occidente, horrorizado por la expansión del grupo sunita Estado Islámico (EI) en Siria y en Irak, y por la crisis de los refugiados. También procura apaciguar las iras contra su par sirio, Bashar al Assad, impasible frente a la muerte de 250.000 personas (entre ellos, 12.700 niños) y la propagación de millones de refugiados y desplazados desde 2011. En Siria, tanto Rusia y el régimen de Assad como la coalición liderada por los Estados Unidos luchan contra el EI, pero no actúan como aliados ni en forma coordinada. (leer más)