Política

Sorpresas te reserva la vida

Con sus botas negras, Vicente Fox pasa de ranchero, ejecutivo y empresario a presidente de un país en proceso de cambio CIUDAD DE MÉXICO.–            En medio de la campaña electoral, el Partido Acción Nacional (PAN) hizo cortorcircuito con la agrupación Amigos de Fox. Por una sencilla razón: tenía más adherentes la agrupación que afiliados el partido. ¡Chispas! Era intolerable que Vicente Fox, el candidato, fuera una marca registrada, cual producto de una estructura paralela, y que se valiera de las estrategias del  marketing, no de los métodos tradicionales, con tal de sumar voluntades. Voluntades foxistas, no necesariamente panistas. Lo nuevo asustaba. Sobre todo, por la posibilidad de que Fox, en caso de perder las elecciones presidenciales del 2 de julio, se quedara con buena parte del PAN, desvirtuando las raíces conservadoras con las cuales nació en 1939 como oposición del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pelea diferente, en aquel entonces, contra el presidente Lázaro Cárdenas, padre de la nacionalización de los ferrocarriles; padre, a su vez, de Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del Partido de la Revolución Democrática (leer más)

Política

México insurgente

CIUDAD DE MÉXICO.– Afirmaba en 1909 el diario El Imparcial: «Una revolución en México es imposible». Lo suscribía un empresario norteamericano vinculado con la industria del acero: «En todos los rincones de la república reina una paz envidiable». Y lo confirmaba, cual pronóstico meteorológico, el poeta español Julio Sesto: «Ninguna nube negra hay en el horizonte». Fallaron. A caballo venía marchando un hacendado poderoso e inquieto, Francisco I. Madero, que amenazaba con una protesta masiva contra el régimen del general Porfirio Díaz, vitalicio en el poder durante más de tres décadas, si había indicios de fraude en las elecciones de 1910. Era la mecha que iba encender la revolución. Revolución que, después de ensayos vanos, quedó plasmada en la identidad mexicana, con calles y con paseos que invocan su nombre. Y que, a su vez, fraguó las dos versiones previas del Partido Revolucionario Institucional (PRI): el Partido Nacional Revolucionario y el Partido de la Revolución Mexicana. Señala el historiador Enrique Krauze que Vicente Fox, el candidato opositor que pretende poner hoy una lápida sobre los (leer más)

Política

En el nombre del hijo

EN una honda depresión cayó el dictador sirio Hafez al Assad cuando murió su hijo favorito, Basel. Fue, en cierto modo, el comienzo de su propia muerte. De la muerte de una ilusión: que el mayor de sus cachorros se afilara las garras como un león. Como él, en realidad. Pero la ilusión descarriló en un accidente de tránsito, cerca del aeropuerto de Damasco. Convocó entonces, en 1994, a otro hijo, Bashar, estudiante de oftalmología en Londres, más identificado con las melodías de Phil Collins que con las trompetas del Palacio del Pueblo. Es más difícil asumir la muerte ajena que la propia. Sobre todo, si altera los planes de los deudos. Assad murió dos veces, en verdad, pero, aunque ya no esté, continúa rigiendo los destinos de Siria: el parlamento reformó a imagen y semejanza de Bashar la letra constitucional de modo de que, a los 34 años,  pueda asumir el poder, vedado antes hasta los 40. Se hizo la voluntad de Assad, en definitiva, acechado en vida, y post mórtem, por su hermano (leer más)

Política

Desaforados

Finalmente, la Organización de los Estados Americanos (OEA) demostró que podría pagar parte de sus deudas, originadas por mora de los países miembros, si se abstiene de mandar observadores a los procesos electorales. Es más barato confiar en la palabra de los ganadores, como Fujimori, que gastar dinero y tiempo, o viceversa, en levantar campamento por sospechas de fraude, dejando todo a la buena de Dios, para convalidar, después, las trampas advertidas entre bambalinas. O los observadores observaron mal, o los observados observaron mejor. Es un dilema. Quizás otro habría sido el desenlace en el Perú si los Estados Unidos no hubieran metido sus narices. La amenaza unilateral de sanciones, rechazada por la mayoría en la OEA, sólo despertó nacionalismos. O reparos. Esos que dictan, tanto en México como en Venezuela en vísperas de sus elecciones, que cada uno debe resolver sus asuntos en casa. Sin participación extranjera. Menos aún de los primos del Norte, imperialistas durante las dictaduras, intervencionistas desde Kosovo. Y, sin embargo, admirados por todos. Vaya contradicción. ¿Que podría haber hecho la (leer más)

Política

Durmiendo con el enemigo

Supongamos que un vecino del edificio golpea a la mujer frente a los hijos. Nos consta por el escándalo, en su departamento, y por el carácter de él. Agresivo, generalmente. ¿Qué podemos hacer? Ignorarlo, llamar a la policía o, armados de valor, tocar el timbre. Si vamos solos, quizá todo siga igual y nos ganemos, de puro comedidos, un enemigo que usa el mismo ascensor que nosotros. Si vamos acompañados (por los miembros del consorcio, digamos), quizás el hombre acepte razones y empiece a respetar las normas más elementales de la convivencia. Todo sea con tal de que ella, la mujer, no resulte herida. O más herida aún. Supongamos ahora que el vecino es Fujimori, que el edificio es América latina y que la mujer es la democracia. La mujer puede ser bonita o no tanto, pero no deja de ser mujer. A secas. Así como la democracia, fuerte o no tanto, no deja de ser democracia. A secas, también. En este caso, la mujer, o la democracia, es víctima de los arrebatos de un (leer más)

Política

Políticamente incorrecto

ASUNCIÓN.– Fue Peter Romero, cabeza de América latina en el Departamento de Estado, quien definió con mayor crudeza, y certeza, el dilema del Paraguay: comparó al Estado con un buque y al gobierno con un capitán. Y dijo, sin rodeos, que el mejor capitán no puede con el peor buque. Ergo, el mejor gobierno no puede con el peor Estado. Estado que acusó otro golpe, por más que no haya acertado en el mentón, en medio del acoso al que se ve sometido el gobierno de Luis González Macchi por un fantasma como Lino Oviedo que, desde las sombras, mueve a su antojo los hilos del país. Al extremo de llevarlo al borde del caos, como sucedió ahora, entre gallos y medianoche, con un cañonazo perdido que provocó más daños colaterales que un misil teledirigido. No dio en cualquier edificio, sino en el Congreso. Símbolo de un sistema. Del mejor que supimos conseguir. Vapuleado en el Paraguay con rumores frecuentes de golpes y otras desgracias. El gobierno, de hecho, sabía que algo iba a pasar. (leer más)

Política

Impacto andino

BOGOTÁ.– A la sombra de los Andes, en pueblos dejados a la buena de Dios, aparecen de pronto unos tipos amables, vestidos de civil y desarmados que se detienen a hablar con la gente en sus escasas veredas sanas. Tienen una virtud: saben escuchar. Pero entre pausa y pausa también saben meter sus bocadillos sobre la injusticia social y sobre la necesidad de terminar con la inseguridad (sea delincuencia común, sea abigeato). Están entrenados para ello. La gente, desconfiada al principio, comienza a sentirse contenida. Es, en la mayoría de los casos, la primera vez que unos forasteros que dominan su lengua (compatriotas que no viven en el pueblo) demuestran interés en sus problemas. Van tomando nota, mientras tanto, del estado de las calles y de las obras públicas, si las hay, y evalúan, sobre todo, el proceder de la policía. Del balance de esas pláticas informales surge el presupuesto de la ocupación gradual del pueblo. Será financiada, si cuadra, con el secuestro de un hacendado. Del primero de la zona, en realidad. Tarea fácil (leer más)

Sociedad

La conjura de los narcos

BOGOTÁ.– Desde que la policía colombiana descubrió en agosto de 1999 que una banda de narcos había sacado del país media tonelada de heroína por medio de una compañía que prestaba servicios terrestres a American Airlines en Miami, algo comenzó a oler mal. O peor que antes. Y no en Dinamarca, precisamente. Era la señal de que los carteles de Cali y de Medellín, últimamente sombreado su infame monopolio por competidores desleales de México, operaban con libertad y alevosía no sólo en Colombia, sino también en uno de los aeropuertos de mayor movimiento, y seguridad, del mundo. Y que, en su afán de remozar de inmediato el sistema de distribución, iban a sustituir en forma paulatina los contenedores por las mulas (pasajeros que transportan pequeñas cantidades). El tráfico hormiga, sin embargo, no alcanza a cumplir con la demanda, cada vez más exigente, del 75 por ciento de la cocaína que se consume en todo el planeta. Made in Colombia. Es decir, cerca de 165 millones de toneladas. Lo cual habla por sí mismo de la (leer más)

Política

Motines a bordo

Resistencia al cambio siempre hubo. Resistencia y miedo. Que llevaron a Octavio Paz, por ejemplo, a escribir: «Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo». Del miedo al cambio. Sobre todo, en momentos en que no se ve, ni se vislumbra, la luz al final del túnel. Como ahora, tal vez. Destello de ello ha sido la derrota en las elecciones regionales italianas de Massimo D’Alema (en retirada después de haber sido el primer comunista converso que llegó al gobierno) frente al ultraderechista Silvio Berlusconi. Un outsider (forastero de la política), millonario y políticamente incorrecto como Ross Perot, que, a diferencia del norteamericano, supo obtener millones de votos gracias a la decepción de la gente con la partidocracia. Sinónimo de los aparatos que manejan los partidos tradicionales. En Italia, sin embargo, primó más el efecto arrastre de la onda conservadora que surca Europa (es decir, la resistencia al cambio) que una mala gestión de D’Alema. Onda conservadora, o revolución, que comenzó con la victoria en cadena (leer más)

Política

Belleza latinoamericana

Detrás de toda sombra de sospecha suelen alumbrar rayos de certeza. Indiscretos, tal vez, pero rayos de certeza al fin. Como las mañas y las artimañas de las cuales procuró valerse Alberto Fujimori con tal de hacer en el Perú lo que Carlos Menem no pudo en la Argentina: ser reelegido después de haber sido reelegido. Ser eterno en el poder, en definitiva. Vicio latinoamericano, acaso copiosa herencia de los mandatos vitalicios de caudillos de la talla de Juan Manuel de Rosas y de Porfirio Díaz, del cual parece que no pueden despojarse algunos presidentes democráticos. Tan democráticos que se resisten a recoger mansamente el consejo de los años (de los 10 que Fujimori lleva en el cargo, por ejemplo) y a renunciar graciosamente a las cosas de la juventud, como postula Desiderata. Pieza más compleja que las obras completas de Sócrates, por cierto. La obsesión de Fujimori, madre del desmadre, chocó con la sombra de una sospecha a gritos: el fraude. Que no alumbró, cual rayo, en las elecciones del domingo, sino en las (leer más)

Política

El shock del futuro

El coro griego de Poderosa Afrodita, la película de Woody Allen, pudo haber estallado con más estridencia que nunca en los oídos de Bill Gates: “¡Desastres, tragedias, abogados!”. Es la especie más temida en los Estados Unidos y, de hecho, coronó casi dos años de investigaciones con un veredicto no menos estridente contra Microsoft por haber violado la ley antimonopolio. Veredicto, no definitivo, que ha provocado desastres y tragedias en el índice Nasdaq, burbuja de acciones tecnológicas cuyos tenedores habrán sido los únicos que no sabían, o se rehusaban a admitir, que el juez Thomas Jackson iba a fallar contra el gigante informático de Seattle, la ciudad que rechazó la globalización, por haberse aprovechado de su posición dominante en los sistemas operativos de las computadoras con tal de prevalecer, también, en Internet. Porción del mercado que controlaba Netscape hasta que Microsoft apeló a prácticas depredadoras, según definió el juez Jackson, por medio de las cuales se valió para distribuir el software, timón de los navegadores, en forma gratuita (es decir, desleal) en desmedro de su (leer más)

Política

La última tentación de Castro

En la mirada de Elián parece cobrar vida una observación del principito: «Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles explicaciones una y otra vez». Parece cobrar vida, también, una observación del piloto después de haberse visto obligado a aterrizar de emergencia: «Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano». Estaba en medio del desierto, en realidad. Elián González está ahora en medio del desierto, o del océano, mientras los mayores, impiadosos, usan su nombre de pila con tal de sacar rédito de una causa política que lleva más de cuatro décadas: el régimen de Fidel Castro, embargado. Nombre raro Elián. Original, por cierto. Pero raro. Combinación imperfecta de Elizabet y de Juan. Tres letras de la madre, dos del padre y, cual signo de identidad, un acento indiscreto, latino. Nombre raro de un chico raro en un mundo raro en el cual, rareza al fin, soporta el asedio de los mayores, como el principito, después de haber (leer más)

Política

Perdona nuestros pecados

Libre de toda especulación política, Juan Pablo II ha demostrado dos virtudes divinas: perdonó y pidió perdón. Perdonó de inmediato a Mehmet Ali Agca, el turco que intentó matarlo el 13 de mayo de 1981, y, a su vez, pidió perdón, hace una semana, por los errores, las omisiones y las injusticias que cometió la Iglesia en sus 2000 años de historia. Mucha responsabilidad para un solo hombre, cual cruz, por más que esté un paso más allá de los poderes terrenales. Un paso más acá, sin embargo, su actitud no deja de ser la respuesta a una demanda frecuente de gente de toda laya: la sinceridad, cual correlato de la honestidad. De los políticos, en especial.          Sinceridad que, con menor tenor y aún menor énfasis, salvó de la catástrofe a Bill Clinton después de los siete meses de 1998, los primeros, en los cuales negó sistemáticamente la relación (impropia, según él) que mantuvo con Monica Lewinsky mientras era becaria de la Casa Blanca. La admisión de la verdad, más por necesidad que por (leer más)

Política

Divididos

Engañoso era todo hasta que ardió Kosovo. Tan engañoso que varios revisionistas se habían apresurado a encasillar el siglo XX entre 1914, por el comienzo de la Primera Guerra Mundial, y 1989, por el fin del Muro de Berlín. Demasiada prisa demostraron, de ese modo, en su afán de adelgazar la centuria a sus tres cuartas partes: apenas 75 años. No habrán imaginado que algo más iba suceder. Algo más, no por mera casualidad, en donde signaron el principio, los Balcanes. La balcanización, sin embargo, no respeta fronteras ni, muchos menos, caprichos del calendario. Es, hoy por hoy, el reverso del mundo homogéneo, sin altibajos, que promueve la globalización. Da fe de ello el caos en el que viven, o sobreviven, albaneses y serbios en la provincia yugoslava después de haber huido por igual, aunque en dirección opuesta, de los misiles de la alianza atlántica (OTAN), más que de sí mismos. La guerra, o represalia, en la que Occidente privilegió por primera vez en la historia los derechos humanos sobre los soberanos, arrojó un saldo (leer más)

Sociedad

Devuélvase al remitente

Que Pinochet haya vuelto, o sido devuelto, a Santiago no significa necesariamente una victoria de la que pueda ufanarse a bastón suelto. Es, quizá, la forma más elegante que encontró el gobierno británico, en aprietos desde que recibió el pedido de extradición de la justicia española, de deshacerse de él. O, tal vez, el broche de un acuerdo político cuyas primeras hilachas comenzaron a vislumbrarse en vísperas de las elecciones presidenciales en las que, después de una primera vuelta reñida, Ricardo Lagos, socialista enrolado en la Concertación, coronó la continuidad que rige en Chile desde el final de la dictadura. El triunfo de Lagos, aunque no sea democristiano como Eduardo Frei y Patricio Alwyn, fue como una figurita repetida en los últimos 10 años frente a un candidato por la derecha, Joaquín Lavín, que renunció a mitad de camino a la causa Pinochet por considerarla perdida. No era negocio, al parecer, insistir con el prócer de otra generación. Situación que, como sucedió desde que Pinochet quedó detenido en Londres, el 16 de octubre de 1998, (leer más)