Getting your Trinity Audio player ready… Finalmente, la Organización de los Estados Americanos (OEA) demostró que podría pagar parte de sus deudas, originadas por mora de los países miembros, si se abstiene de mandar observadores a los procesos electorales. Es más barato confiar en la palabra de los ganadores, como Fujimori, que gastar dinero y tiempo, o viceversa, en levantar campamento por sospechas de fraude, dejando todo a la buena de Dios, para convalidar, después, las trampas advertidas entre bambalinas. O los observadores observaron mal, o los observados observaron mejor. Es un dilema. Quizás otro habría sido el desenlace en el Perú si los Estados Unidos no hubieran metido sus narices. La amenaza unilateral de sanciones, rechazada por la mayoría en la OEA, sólo despertó nacionalismos. O reparos. Esos que dictan, tanto en México como en Venezuela en vísperas de sus elecciones, que cada uno debe resolver sus asuntos en casa. Sin participación extranjera. Menos aún de los primos del Norte, imperialistas durante las dictaduras, intervencionistas desde Kosovo. Y, sin embargo, admirados por todos. Vaya (leer más)
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