Malvinas después del Brexit

La salida del Reino Unido de la Unión Europea plantea un desafío no sólo para ambas partes, sino también para los territorios de ultramar, entre los cuales se encuentran las Malvinas




Theresa May: Brexit, Malvinas y después
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El Brexit avanza a los tumbos. Con más bajas que altas en el gobierno de la primera ministra británica, Theresa May, enfrentada tanto con sus filas, las conservadoras, como con las laboristas de Jeremy Corbyn, desconfiados del borrador de 585 páginas labrado en Bruselas. La salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) tiene fecha establecida, el 29 de marzo de 2019, pero siembra un tendal de dudas: desde los controles fronterizos entre Irlanda del Norte, miembro del Reino Unido, e Irlanda, miembro de la UE, hasta el destino de los territorios de ultramar, entre los cuales se encuentran las islas Malvinas.

Sin mencionarlas, el gobierno británico se atajó en julio de 2018 sobre “las dependencias de la Corona, Gibraltar [para el cual el borrador fija una cooperación especial con España] y los demás territorios de ultramar” durante el Brexit. Con el documento Legislación para el Acuerdo de Salida entre el Reino Unido y la Unión Europea procura aventar eventuales temores. Las autoridades británicas, dice, “están colaborando estrechamente con estos gobiernos para asegurar que sus prioridades sean tenidas en cuenta durante las negociaciones para la salida con la UE, la instrumentación y la relación futura”.

Se trata de un proceso inédito, tan incierto como su desenlace. “No hay marcha atrás”, según la primera ministra May. Si no hay vuelta atrás, como tampoco puede haberla en la exigencia legítima de Argentina de su soberanía tras la usurpación de las Malvinas, las Georgias del Sur, las Sandwich del Sur, los espacios marítimos circundantes y el sector antártico argentino, en 1833, puede abrirse una ventana de oportunidad. O, acaso, entornarse. Todo depende de la estrategia del gobierno de Mauricio Macri, más proclive a la conciliación que a la confrontación que caracterizó al de su antecesora, Cristina Kirchner.

Argentina y Gran Bretaña acordaron el 13 de septiembre de 2016 “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico” de las Malvinas, “incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”. El comunicado, llamado Foradori-Duncan por Carlos Foradori, entonces secretario de Relaciones Internacionales, y su par británico, Alan Duncan, también siembra dudas. Era martes y 13: permite que los isleños estrechen vínculos con países vecinos por medio de vuelos regulares y supedita el reclamo de la soberanía a la Declaración Conjunta del 19 de octubre de 1989.

¿Es un trancazo para la discusión de fondo? La resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU, aprobada en 1965, reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido por las Malvinas. En ese ámbito, el Comité Especial de Descolonización insta cada año a las partes a dialogar. Gran Bretaña se opone. En 1974 hubo una propuesta británica de condominio con salvaguardias y garantías para los isleños. Perón la aceptó. Murió días después. Su viuda no se creyó capaz de llevarla adelante.

El estatus jurídico de las Malvinas, “territorio británico de ultramar”, determinado por el Tratado de Lisboa en 2007, debería dejar de tener valor legal a partir del Brexit. Obedeció en aquel momento, tras el traspié que sufrió el proyecto de Constitución Europea en 2004, a la llamada disciplina comunitaria. El Fondo Europeo para el Desarrollo previó para el período 2014-2020 una ayuda para las islas de seis millones de euros que, en principio, debería interrumpirse un año antes.

El gobierno británico deberá apuntalar la economía de las islas con subvenciones a la pesca, enfocada especialmente en las exportaciones a España. La producción de carne, vital en las áreas rurales, ha tenido como principales destinatarios a Francia, España, Bélgica y Grecia, así como al Reino Unido. La UE, cuyas importaciones representan el 70 por ciento del PBI de las Malvinas, no se verá obligada a favorecer los intereses de un país que deja de ser miembro.

Desde 1774, cuando el Reino Unido abandonó las Malvinas, hubo 19 gobernadores de España y, tras la independencia en 1816, cinco de Argentina

Los isleños, con 122.000 dólares anuales, tienen el ingreso per cápita más alto del mundo. Duplican al de Estados Unidos, de 57.000. En los últimos años, el PBI de las Malvinas ha crecido un 11 por ciento anual gracias a la concesión de 230 licencias a buques de banderas española, coreana y taiwanesa que extraen más de 200.000 toneladas anuales de pescado. De perder los recursos de la pesca y los hidrocarburos, sus ingresos serían similares a los de Austria y Japón, del orden de los 48.000 dólares anuales.

El Brexit crea un nuevo paradigma. Los Beatles, la serie televisiva The Crown y el fútbol de la English Premier League, que representan el poder blando, son las razones por las cuales los expertos creen que al menos dos tercios de los empresarios y gerentes de América latina confían en que el Reino Unido será una economía más fuerte tras la salida de la UE, según un estudio que realizó la agencia de comunicaciones y relaciones públicas Sherlock Communications con Toluna Insights, el primero de su tipo. Consultaron a más de 3.000 personas en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.

Gran Bretaña, más allá de la economía, teme que, tras la ruptura con Bruselas, sus ahora socios comunitarios le quiten el respaldo en la Asamblea General de la ONU. En junio de 2017, una abstención inesperada permitió referir para consulta a la Corte Internacional de Justicia en La Haya el estatus de las islas Chagos, archipiélago de más de 50 islas en el Océano Índico que la República de Mauricio reclama como parte de su territorio. Sus habitantes fueron expulsados por el Reino Unido entre 1965 y 1973. La isla más grande, Diego García, alberga una base militar de Estados Unidos.

Desde 1774, cuando el Reino Unido abandonó las Malvinas, hubo 19 gobernadores de España y, tras la independencia en 1816, cinco de Argentina. Después de la Segunda Guerra Mundial, la táctica británica incorporó el supuesto derecho a la autodeterminación. Tras la victoria contra la Alemania de Hitler, las arcas británicas quedaron exhaustas. Entonces, para mantener en alto la moral, el gobierno creyó que las colonias podían administrarse a sí mismas. Todo consistía en renunciar a la dominación y otorgarles la libertad de elegir, dejó dicho el difunto embajador argentino Carlos Ortiz de Rozas.

De hecho, Gran Bretaña está “cada vez más decepcionada” con Estados Unidos por su falta de apoyo a la autodeterminación de los isleños, según el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes. La autodeterminación, en boga en los últimos años por el afán separatista de Cataluña en España, está contemplada en apenas dos constituciones nacionales. La de Etiopía y la del archipiélago caribeño de San Cristóbal y Nieves (el país más pequeño del continente americano, de escasos 261 kilómetros cuadrados). A diferencia de otras naciones, el Reino Unido no se maneja con una constitución, sino con leyes y principios.

La historia oficial británica, encargada al historiador Lawrence Freedman, afirma que Argentina nunca consintió la ocupación de las islas, aunque haya habido períodos en los cuales no hizo nada para insistir en su reclamo. El año clave pudo ser 1979. Margaret Thatcher, ganadora de las elecciones, pretendía arrendar a largo plazo los resabios coloniales de Belice, Hong-Kong, Gibraltar y las Malvinas. El ministro adjunto del Foreign Office, Nicholas Ridley, debió convencer a los isleños y a los legisladores conservadores y laboristas. En marzo de 1982 concluyeron las negociaciones con Argentina. Al mes siguiente estalló la guerra.

Jorge Elías
Twitter: @JorgeEliasInter



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