La ultraderecha galopa en Suecia

Es el turno del país escandinavo, donde la ultraderecha se ha convertido en la tercera fuerza después de imprimir en su campaña el miedo a los migrantes




El primer ministro socialdemócrata Stefan Löfven, blanco de la ultraderecha sueca
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Después de haber creado el Estado de bienestar y de haber sido el país europeo más generoso con los migrantes, Suecia se ha sumado a tropa de la intolerancia. Demócratas Suecos, nombre paradójico de un partido de ultraderecha, obtuvo en las legislativas casi cinco puntos más que en 2014 y 10 más que en 2010. Los socialdemócratas del primer ministro Stefan Löfven se consolidaron como primera fuerza en el Riksdag (Parlamento), pero, a tono con sus pares de otras latitudes, cosecharon el peor resultado de su historia y difícilmente puedan formar gobierno.

El pronóstico: inestabilidad en un momento delicado de la Unión Europea (UE). Los síntomas son parecidos en otros confines, como Italia con el rechazo a los migrantes y los gitanos del vicepresidente Matteo Salvini, también ministro del Interior; Alemania con el arribo al Bundestag (Parlamento) del partido neonazi Alternativa para Alemania (AfD) y “la caza del extranjero” iniciada en la ciudad de Chemnitz, cerca de la República Checa, también impiadosa con los forasteros, así como Austria, Malta, Polonia, Eslovaquia y Hungría. La cuña entre el socialismo y el capitalismo, lograda por Suecia, parece estar en vías de extinción.

Entre los votantes de la ultraderecha, la defensa de los intereses nacionales en desmedro de aquellos que buscan asilo dejó de ser vergonzosa

El Consejo Europeo recomendó sancionar al primer ministro húngaro, Viktor Orban, por violar los valores comunitarios. Una reprimenda histórica que no sólo afecta a Hungría, suspendiendo su derecho de voto, sino también al Partido Popular Europeo, el mayor grupo del Parlamento Europeo. El autoritarismo de Orban, patente en el acoso a las ONG y las instituciones educativas, las trabas a la libertad de expresión y el rechazo a los refugiados, derivó en la aplicación, por primera vez en la historia, del artículo 7 de los Tratados de la UE. El compromiso es por una democracia común, no sólo por un mercado común.

Los vientos, igualmente, se arremolinan en tiempos de Donald Trump y el Brexit. Al punto de llevar a la cúspide de la lucha contra la migración a Demócratas Suecos, dirigido por el diseñador de páginas web Jimmie Åkesson, sucesor de grupos aún más extremistas, como Alternativa por Suecia, el Movimiento Nórdico de Resistencia y los Soldados de Odín. Entre los votantes de la ultraderecha, la defensa de los intereses nacionales en desmedro de aquellos que buscan asilo dejó de ser vergonzosa. El saludo al estilo Hitler y el uso de las esvásticas, como ocurrió en Chemnitz, también dejaron de ser tabúes.

Eso ocurrió sorpresivamente en Suecia. El país del primer ministro Olof Palme, defensor de los derechos humanos que abrió los brazos a los refugiados latinoamericanos en los años de plomo de las dictaduras militares y fue asesinado por un desconocido en 1986. El ascenso de Demócratas Suecos coincide con el punto de inflexión de otros países. La ultraderecha creció en 10 de los 28 de la UE. Seis son miembros del euro y dos, Alemania e Italia, han sido sus fundadores. El problema no es sólo la xenofobia, sino también la contaminación de los partidos moderados al incorporarla en su agenda. Un peligro para todos.

Jorge Elías
Twitter: @JorgeEliasInter



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