Europa ante el dilema del reconocimiento de Palestina

En el último Consejo Europeo celebrado en Bruselas, que contó con la comparecencia de Abbas, todos los gobiernos parecían estar de acuerdo en la vigencia y pertinencia de la solución de los dos Estados




Abbas en Bruselas | Foto de la Unión Europea
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Por Julio de la Guardia | Política Exterior

Reconocer o no reconocer el Estado de Palestina. He ahí la cuestión que los gobiernos y parlamentos europeos se plantean en estos momentos, después de que los Estados Unidos de Donald Trump hayan renunciado a su tradicional papel como honest broker en el proceso de paz y el presidente palestino, Mahmud Abbas, reclame urgentemente el apoyo de la Unión Europea. Esta nueva situación obliga a la UE a asumir su responsabilidad histórica en la resolución del conflicto palestino-israelí que la propia Europa contribuyó a crear.

En el último Consejo Europeo celebrado en Bruselas, que contó con la comparecencia de Abbas, todos los gobiernos parecían estar de acuerdo en la vigencia y pertinencia de la solución de los dos Estados, aunque la ventana de oportunidad se cierra por momentos. Más allá de esto no hay consenso, ni en la forma ni en los tiempos. A día de hoy solo un ejecutivo europeo –Suecia– ha reconocido formalmente a Palestina y otro –Eslovenia– dice estar dispuesto a hacerlo de forma inminente, con o sin consenso previo.

También hay varios legislativos –entre ellos los de España, Francia, Irlanda, Luxemburgo y Reino Unido, así como el propio Parlamento Europeo– que han aprobado resoluciones recomendando a sus gobiernos el reconocimiento de forma consensuada y siempre que esta favorezca el proceso de paz. Todo apunta, pues, a que la clara toma de partido por parte de la administración Trump coadyuvará a nuevos reconocimientos por parte de países europeos, pero tanto estos como la UE en su conjunto deberían calcular bien los riesgos y preparar planes de contingencia antes de dar el paso.

La visita del vicepresidente de EEUU, Mike Pence, estaba inicialmente programada para mediados del pasado diciembre, pero fue postergada debido a las reacciones negativas de los palestinos y los países árabes a la declaración de Jerusalén como capital de Israel. Como primer destino, Pence tuvo El Cairo, en donde aseguró que su administración apoyará la solución de los dos Estados en tanto en cuanto ambas partes así lo quieran, finiquitando implícitamente el apoyo que EEUU da desde hace décadas a la creación del Estado palestino, entendido como factor de estabilidad regional. Pence no pronunció ni una sola palabra en contra de los asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén Oriental –en donde el número de colonos se acerca ya a los 600.000–, lo que se interpretó como una nueva muestra de apoyo.

A su paso por Ammán se jactó de “estar de acuerdo en no estar de acuerdo” en relación con la capitalidad israelí de Jerusalén. Para compensar, Pence reivindicó el papel del reino de Jordania como custodio de los santos lugares del Islam en Jerusalén, y aseguró sibilinamente que su estatus definitivo y las demarcaciones fronterizas seguirían quedando subordinadas al proceso negociador. A pesar de que el monarca hachemita mostró su rechazo a la declaración sobre Jerusalén, en ningún momento se enfrentó a su interlocutor. A fin de cuentas, EEUU dona anualmente unos 1.500 millones de dólares a Jordania, menos de la mitad de lo que recibe Israel y más del doble de lo que hasta ahora recibía Palestina.

Su estancia en Israel –que se extendió en el tiempo más que las de Egipto y Jordania juntas– no dejó indiferente a nadie. Probablemente su intervención ante el pleno de la Knesset haya sido la más filosionista de cuantos dirigentes extranjeros han pasado por la sede de la soberanía israelí, fruto de su condición de cristiano evangélico. Lleno de referencias bíblicas, Pence en ningún momento pronunció el término “Palestina” y en contadas ocasiones el de “los palestinos”. Además de referencias históricas y, hasta cierto punto, también escatológicas, en su alocución dio a entender lo que luego Trump explicitaría. Esto es, que durante los próximos tres años van a apoyar incondicionalmente las posiciones de Israel, ignorando las demandas palestinas.

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