La geografía del hambre




Juliana Gargiulo: diversos obstáculos han impedido la erradicación del hambre en la región
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Juliana Gargiulo plantea en su libro Energía sin Hambre en América Latina, premiado por Equilibrium Global, que el mundo produce lo suficiente para alimentar a toda su población, de más de 7.000 millones de personas, pero una de cada ocho come mal y salteado

En 2000, cuando se establecieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, 1.000 millones de personas, de una población mundial de 6.000 millones, vivían con menos de un dólar por día. Buena parte de esa legión padecía hambre crónica. Esa cifra creció en forma drástica en los años siguientes. “En otras palabras, tomando en cuenta el incremento de la población mundial, se puede observar que, proporcionalmente, el hambre se redujo en forma poco significativa entre 2000 y 2010”, dice Juliana Gargiulo en su libro Energía sin Hambre en América Latina (La Imprenta Ya, 2016).

En la actualidad, según el Programa Mundial de Alimentos, el mundo produce lo suficiente para alimentar a toda su población, de más de 7.000 millones de personas, pero uno de cada ocho come mal y salteado. En algunos países, uno de cada tres niños está bajo de peso. ¿Por qué ocurre esto? Busca la respuesta Gargiulo en su libro, premiado en la segunda edición del certamen Desafío Académico, que organiza Equilibrium Global con la adhesión de la Red Argentina de Centros de Estudios Internacionales (Racei).

Lo prologan Alberto Hutschenreuter, director de Equilibrium Global; Juan Battaleme, director de la carrera de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), y el académico e investigador Mariano Bartolomé. En la presentación del libro, a cargo de Melisa Galvano Quiroga y Diego Velázquez, la autora se ciñó a la tesis que, como consultora de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), le valió el reconocimiento de honor de la Universidad de Bologna: “Fortalecer el compromiso con los nobles propósitos requiere la responsabilidad de revisar el camino recorrido, a fin de intentar evitar repetir errores a futuro y de continuar por las sendas que proporcionaron logros”.

En América latina, el ámbito de su investigación, “diversos obstáculos han impedido aún su erradicación”. La del hambre, flagelo que debería ser borrado de la faz del planeta, aunque, como advierte Gargiulo. “el panorama resulta aún más complejo si se considera que no sólo se debe atender el objetivo de desarrollo vinculado al hambre, sino en paralelo otros referidos a problemáticas que también requieren urgentes y a la vez sostenibles soluciones, tales como el inminente agotamiento de hidrocarburos fósiles y el cambio climático”. Un desafío en sí mismo.

Una deuda con la humanidad
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