Sociedad

Nombres impropios

En 1958, Robert Lane, vecino de un modesto complejo de viviendas de Harlem, Nueva York, pensó que su sexto hijo, recién nacido, iba darle suerte. Le puso Winner (ganador). Tres años después, aquella apuesta no había resultado. Le puso Loser (perdedor) a su siguiente y último hijo. Curiosamente, Winner tuvo un profuso prontuario por delitos comunes y Loser, alias Lou, llegó a ser sargento de la policía tras haber ganado una beca y graduarse en la Universidad Lafayette, de Pennsylvania, cuenta Steven D. Levitt en su libro Freakonomics. Es anécdota. Por poco tino o mucha ignorancia hay gente cuyos padres no tuvieron mejor idea que inscribirlos con nombres que despiertan reminiscencias horrorosas, como Hitler o Stalin. En los Estados Unidos hay personas con nombres de marcas, como Lexus, Arman, Bacardi y Timberland; de universidades, como Harvard, Yale y Princeton, y de profesiones y cargos públicos, como Lawyer (abogado), Judge (juez) y President (presidente). En el Reino Unido estalló ahora la polémica por la súbita notoriedad del nombre Muhammad (Mahoma en castellano) entre los bebés inscriptos (leer más)

El Interin de Jorge Elías
Política

Cien años de soledad

¿Cómo repercutiría dentro de un tiempo la tendencia de una región marcada por líderes enfrentados e intereses encontrados? Era el 28 de julio de 2014, cumplía 60 años de edad y, frente a una multitud de boinas rojas en la Plaza Caracas, Hugo Chávez presenciaba una procesión fúnebre. Sonriente, con la piel tirante por la cirugía estética que había recibido como regalo de cumpleaños, sentía una íntima alegría mientras contemplaba el paso gracioso del sepulturero y, con fingido respeto, se apiadaba del llanto de las viudas al son de La Marcha Bolivariana. La interpretaba, en el fastuoso escenario protegido con vidrios blindados y coronado con una torre petrolera en cuya cúspide flameaban las banderas de Venezuela y de la Unión Latinoamericana (UL), el grupo folklórico Los Cañoneros.

Sociedad

El color de la marihuana

Antes políticamente incorrecta, la tendencia hacia la legalización pasó al primer plano después de haberse aprobado en Uruguay y en los Estados norteamericanos de Colorado y Washington Curiosamente, el tabaco provoca más rechazo que la marihuana. Después de los Estados norteamericanos Colorado y Washington, Uruguay es el primer país en legalizarla. Su presidente, José “Pepe” Mujica, se ataja: “No es para que la gente fume más”. En América latina, los narcos amenazan con dinamitar Estados. En la Argentina, Chile, Noruega, Finlandia, Suecia y China, las penas por el consumo van desde la pérdida de la libertad hasta las terapias de desintoxicación. En Italia, Suiza, Alemania, Bélgica, España y Portugal no ha aumentado el consumo tras su despenalización. Holanda ha vuelto a venderla a los extranjeros después haberlo prohibido. Sólo Corea del Norte, el país más cerrado del mundo, no considera droga a la marihuana ni al opio. ¿Qué hay detrás de la legalización de la marihuana, más allá de los reclamos de los consumidores? Verde como los dólares, la marihuana pasó a ser un gran (leer más)

Economía

Un poco de insatisfacción

Así como la palabra escrache se ha incorporado al léxico político de España, la indiferencia de los políticos frente a los reclamos populares está abriendo una grieta profunda en todas las sociedades Inmaculada Michinina, vendedora ambulante de Cádiz, llevaba tres años esperando una licencia que le permitiera exponer sus manualidades en un mercado de esa ciudad española. Irrumpió en 2013 en el pleno del ayuntamiento: «Vosotros nos demostráis en cada pleno que pasáis de nosotros, que os importamos tres pitos –exclamó entre lágrimas–. Nosotros os hemos dado ese puesto de trabajo y no lo valoráis». Le apuntó a la alcaldesa, Teófila Martínez, del Partido Popular, acusándola de estar subida en un pedestal. Y les disparó a los políticos: «¿Para quién trabajáis, coño?». Su discurso, aupado en la crisis, recorrió como pólvora las redes sociales.

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Sociedad

¿Cómo conservar un jarrón chino?

Los ex presidentes son como los jarrones chinos: bellos, valiosos y casi inútiles. Felipe González, presidente del gobierno español desde 1982 hasta 1996, suele atribuirse esa sarcástica comparación incluyéndose a sí mismo. No le falta razón. En un mundo de 7.000 millones de habitantes, apenas 194 países, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), o 204, según la lista de participantes de los Juegos Olímpicos de Londres, deben velar por el retiro de sus mandatarios, a veces venturoso, a veces no tanto. En América latina, con su renovada democracia excepto en Cuba, la alternancia no deja de ser un fenómeno novedoso y, sobre todo, saludable.

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Sociedad

Espacio para la neutralidad

En la adolescencia y poco después, en la edad universitaria, es normal que uno se incline hacia un extremo ideológico y considere tibios a aquellos que optan por la neutralidad. De hacerlo súbitamente al borde de la vejez, sin haber pisado antes el terreno político, el entusiasmo puede causar estragos en las relaciones personales. Eso ha ocurrido en los últimos años en algunos países de América del Sur. El saludable retorno de la política al centro de la escena, en desmedro de la economía, ha caldeado los ánimos y ha derrapado en una absurda clasificación de los allegados entre amigos y enemigos, incluidos los parientes. No todos han adoptado esa conducta hostil, propia de adolescentes tardíos e intolerantes. El 36 por ciento de los ciudadanos de la región se ubica en el centro político y el 19 por ciento prefiere evitar las etiquetas, lo cual supone que un 55 por ciento, más de la mitad, no se identifica con la izquierda ni con la derecha a ultranza, según revela el último informe anual Latinobarómetro (20.204 (leer más)

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Política

Paraguay enfrenta al espejo

En un año y monedas, Paraguay no tuvo arte ni parte en la Unasur ni el Mercosur. Fue en represalia por la expulsión exprés del presidente izquierdista Fernando Lugo. Durante el interinato de Federico Franco, el vicepresidente de filiación liberal que apuró el juicio político de Lugo y su destitución, ganó las elecciones presidenciales Horacio Cartes, más conocido por sus provechosos negocios que por su militancia en el Partido Colorado. Desde junio de 2012, cuando cayó Lugo, las tres vertientes políticas paraguayas han ocupado la segunda bandeja de arriba mientras Brasil, la Argentina y Uruguay acordaban y celebraban el ingreso de Venezuela en el Mercosur. Ese paso, el último, estaba demorado por el rechazo al protocolo de adhesión en el Senado paraguayo, como mandan las reglas del Mercosur. Frente al hecho consumado, el nuevo presidente paraguayo no tiene muchas alternativas si pretende hacer buenas migas con Dilma Rousseff, Cristina Kirchner y José Mujica, así como con Nicolás Maduro, declarado “persona no grata” por el Congreso paraguayo por su presunta injerencia en los asuntos internos de (leer más)

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Política

Clubes de presidentes

Todos los presidentes vivos de los Estados Unidos asistieron a la inauguración de la biblioteca de George W. Bush en Dallas, Texas. La impactante imagen de los Bush, republicanos, con Barack Obama, Bill Clinton y Jimmy Carter, demócratas, a la misma hora y en el mismo sitio, es inusual en otras latitudes, acaso como el virtual epígrafe: la presidencia está más allá de las diferencias políticas. En América latina, Evo Morales reunió a la mayoría de los presidentes bolivianos pretéritos con el fin de reclamar a Chile la salida al mar; el de Uruguay, José Mujica, estuvo con sus predecesores al cumplirse 25 años del retorno de la democracia en la sede del opositor Partido Colorado, y no mucho más. Ese trato frío y despectivo hacia los presidentes anteriores, causantes de casi todos los males contemporáneos y algunos más, se vio reflejado en la jura de los nuevos senadores argentinos en 2005. El entonces presidente, Néstor Kirchner, evitó saludar a uno de ellos, el ex presidente Carlos Menem, enrolado en el mismo partido aunque militaran (leer más)

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Política

Partidos políticos en crisis

Cuando los indignados de España y de otros países europeos, así como de los Estados Unidos, llenaron las plazas al grito de “no nos representan”, muchos latinoamericanos se identificaron con ellos. Sintieron lo mismo: que los políticos estaban lejos de interpretar sus demandas y canalizarlas como correspondía desde el gobierno o la oposición. Ese estigma contra aquellos que debían ser la caja de resonancia de los reclamos populares no puso en riesgo a la democracia, como ocurría antes. La falta de confianza en los partidos políticos abrió una grieta con la sociedad, reflejada en una menor participación de los afiliados en períodos no signados por elecciones puntuales. En Uruguay y los Estados Unidos, seis de cada diez personas son partidarias. ¿Qué significa esta palabra, partidaria, utilizada en un revelador estudio de la Universidad Vanderblit, de Nashville, Tennessee, para evaluar la cercanía de la ciudadanía hacia los partidos políticos? Que la gente expresa sin pudor sus preferencias políticas, lo cual estimula la participación y el comportamiento electoral. En Perú, la Argentina, Guatemala, Ecuador y Chile ocurre (leer más)

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Economía

Pan para hoy, dudas para mañana

El crecimiento de América Latina y el Caribe en la última década se tradujo en un descenso significativo de la marginalidad y en una virtual expansión de la clase media. Lo consignó el Banco Mundial en un informe reciente: la proporción de individuos que vive en la pobreza, alrededor de un 30 por ciento de la población, es casi igual a la de individuos de clase media. Esto, a su vez, se ve reflejado en el desempleo: en América del Sur, una de cada 20 personas no tiene trabajo; en Europa, más allá de casos críticos como España y Grecia, una de cada 10 atraviesa ese trance. ¿Es oportuno entonces brindar por el éxito de la región? Aún no. La expansión del continente se acelerará este año en coincidencia la recesión en Europa y los Estados Unidos. No será por inversiones, sino por el comercio de materias primas y el aumento del consumo. ¿Es una fórmula sostenible? Esa es la cuestión. La devaluación del bolívar en Venezuela, tras dos años de tipo de cambio fijo, (leer más)

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Economía

El precio de la violencia

Cada día son asesinadas 98 personas con armas de fuego en Brasil. Eso significa que alguien muere por esa causa cada nueve minutos y medio. El espeluznante promedio, divulgado por el Ministerio de Salud brasileño sobre la base de un estudio de la oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y los crímenes (Undoc), coloca al coloso de América del Sur al tope en los índices de violencia entre las diez mayores economías del mundo. Si bien la ley establece controles en la venta de armas y prohíbe portarlas en la vía pública, hay 15 millones de unidades en poder de ciudadanos comunes y organizaciones delictivas. Cuando un desquiciado liquida a mansalva a inocentes en un colegio de los Estados Unidos, como ha ocurrido en Newtown con 20 niños y ocho adultos, incluido el autor, todo el mundo se replantea el derecho de portar armas con fines defensivos, deportivos o de supervivencia que garantiza la Segunda Enmienda de la Constitución de ese país. Nadie repara en que esos episodios suelen ser aún peores en (leer más)

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Política

Poco espacio para la neutralidad

En 2004, el actual vicepresidente de Uruguay, Danilo Astori, reflexionó: “Queríamos cambiar al mundo y el mundo nos cambió a nosotros”. Cinco años después, José Mujica alcanzó la presidencia de su país y, en una entrevista, soltó otra frase memorable: “Antes queríamos cambiar el mundo; ahora queremos cambiar las veredas”. En 1995, el popular “Pepe” fue el primer diputado con pasado tupamaro (movimiento de izquierda radical en los sesenta y setenta incorporado al Frente Amplio en 1989). Al arribar al Palacio Legislativo, en una moto Vespa, un policía no lo reconoció: “¿Va a demorar mucho, don?”. Era por la moto, estacionada en el espacio de los legisladores. “Si no me echan, cinco años”, respondió. En América latina y el Caribe hay un cambio de actitud hacia la política, recuperada en los ochenta ante la inminente caída de las dictaduras militares como fichas de dominó, vilipendiada en los noventa en coincidencia con el vuelo propio que adquirió la globalización en todo el planeta y reivindicada en la década siguiente después de varias crisis en diferentes países. (leer más)

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Política

En deuda con las mujeres

Decía Jacqueline Kennedy que el título de primera dama era un nombre más apropiado para para un caballo que para una mujer. Ella fue, a los 31 años, la esposa de un presidente de los Estados Unidos más joven de la historia. Participó de la campaña electoral de su marido en 1960, contra Richard Nixon, hasta con un anuncio pronunciado en fluido castellano. Con otro perfil, Michelle Obama también interviene en forma decisiva en la carrera del presidente, ahora relegido. En su caso, quizá como Hillary Clinton en sus tiempos, con un temperamento avasallador, sin inmiscuirse en los asuntos del Ala Oeste de la Casa Blanca. En general, todas las primeras damas norteamericanas han emprendido causas sociales: Nancy Reagan contra la drogadicción, Laura Bush por la lectura y Michelle Obama contra la obesidad infantil. Ese papel ha sido más discreto en América latina hasta que comenzaron a surgir presidentas con maridos o, como Michelle Bachelet, sin ellos. Ese sesgo debería traducirse en una mejora en los índices de igualdad entre sexos, cerrando la brecha. En (leer más)

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Sociedad

Más jubilados que niños

En 2008, Kathleen Casey-Wilkens cumplió 62 años de edad y, con ellos, el inexorable destino de los baby boomers: se jubiló. Esa generación, nacida entre 1946 y 1964 en los Estados Unidos, está en vías de ser superada por las siguientes. No se trata de un fenómeno único. Cada segundo, según las Naciones Unidas, dos personas cumplen 60 años en el mundo. A este ritmo, hasta América latina dejará de estar poblada de rostros juveniles. En 2036 habrá más adultos que menores; en 2050, un cuarto de la población estará tramitando el retiro. Esa franja se triplicará e igualará en proporción a la de los países desarrollados. Por el descenso de la natalidad, los movimientos migratorios y la mayor esperanza de vida, los sexagenarios serán tres veces más que ahora a mediados del milenio, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (Unfpa). Los mayores de 80 años, dice el informe «Envejecer en el siglo XXI: una celebración y un reto», pasarán de un 1,6 por ciento de la población en la actualidad (leer más)

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Política

Igualmente desiguales

A un campesino mexicano se le atribuye haber dicho que la independencia de su país era, en realidad, “otro cura en una mula diferente”. En su léxico, el cura representaba a la clase dirigente y la mula, en sus variadas acepciones, al sistema político, adaptable según las circunstancias. La presunta reflexión del campesino mexicano, coronada el 16 de septiembre de 1821 después de once años de luchas, excede las fronteras de Chiapas. Va más allá, quizás hasta la provincia argentina de Tierra del Fuego, el fin del mundo. Desde entonces, la desigualdad ha dejado su huella en América latina, así como la pobreza en África. En tiempos de prosperidad, tanto el actual como los pretéritos, ese déficit no ha dejado de hacer mella. El continente se ha convertido en los últimos años en el más urbanizado del planeta, pero, en forma simultánea, tiene las mayores tasas de desigualdad, según el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat). ¿Qué significa esto? Que algo así como 468 millones de personas (ocho de cada diez) (leer más)